¿Que me dirías si en un instante moririas, si solo te quedan unos segundos para que tú vida se acabe, en qué pensarías?
¿Qué hacer cuando tardas en entender que el camino hacia la sanación no es una línea recta, sino que está lleno de curvas y piedras? Al igual que con cualquier trauma o proceso en nuestra vida, este proceso está lleno de altibajos que nos dejan heridas y cicatrices que intentamos ocultar. Nadie quiere tener cicatrices, por eso las escondemos detrás de la ropa o intentamos maquillarlas para que no hagan preguntas. A los ojos de los demás, algo que está partido o lleno de cicatrices no es bonito y nos hacen sentir que tener cicatrices significa que hemos fracasado.
Nadie quiere un hogar lleno de grietas que llueva durante las tormentas. Por eso, intentamos arreglar toda casa en mal estado. ¿Pero cuántas veces lo intentamos hasta que nos cansamos y lo abandonamos, dejándolo frío y solitario, rompiéndose cada vez más? Nadie se queda, todos se alejan. Pero, ¿por qué son tan malas las cicatrices? ¿Realmente no valen la pena? ¿Por qué nos negamos a esconderlas o olvidarlas a pesar de que siempre permanecerán con nosotros aunque no se vean?
Creo que miramos mal a las cicatrices. ¿Sabías que hay una vieja tradición japonesa que nos dice que toda fractura o rotura forma parte de nuestra historia y no debe ocultarse, sino mostrarse? Esas cicatrices que llevamos pueden volvernos aún más hermosos.
Y ahí estabas tú, mirándome a lo lejos, clavando tu mirada, con miedo a lo que pudiera suceder, por eso no te acercabas. Después de que nuestros labios chocaron, pude comprender que eras la persona destinada para mí. Comprendí por qué había esquivado la muerte tantas veces, por qué había estado impaciente durante tanto tiempo: estaba esperando que llegaras. Con tus ojos color miel y tu pelo combinando con tu ropa anaranjada, esa tímida sonrisa que se deslizaba sutilmente sobre una temblorosa y nerviosa boca que intentaba romper el silencio que mantenía la distancia entre nuestros fríos cuerpos, esperando recibir el calor ajeno del otro lado de la habitación.
—¿Ha pasado algo entre ustedes? —preguntó Darlo al notar la lejanía.
—Hemos prometido algo, ayer en la azotea. Aunque no lo sienta de esa manera, debo cumplir con mi promesa —respondí. Sabía que me arrepentiría más tarde, pero Miah me había pedido que lo hiciera. No podía negarme a ella, así que acepté, por más que me doliera.
—Me recuerdas a mí. Sabes, yo también estuve en una posición muy parecida. Y puedo decir, por el brillo de tus ojos, que esa niña realmente te gusta —dijo Darlo. Era una persona muy perspicaz, a pesar de que parecía despistado, siempre estaba atento a todo.
—No sé si "gustarme" sería la palabra. Aún no comprendo estas cosas, pero siento como si algo me faltara cuando ella no está cerca. Como si nuevas preocupaciones surgieran desde dentro —respondí. No entendía que era normal, que al gustar alguien, surgieran estas preocupaciones, pensando en tantas cosas negativas.
—Es normal sentir miedo en el amor, más aún cuando es algo nuevo que nos golpea de repente. El amor está lleno de preocupaciones, miedo y dolor. El amor es dolor, pequeño Eli. Mientras más la ames, más vas a sufrir en realidad —dijo Darlo. Todavía no entendía por qué tenía que doler si debería ser lo más bonito. Aun así, me arriesgaría a todo por quedarme junto a ella.
—¿Algún día deja de doler? —pregunté a Darlo, que me miraba atentamente, buscando una respuesta en su cabeza.
—Dicen que el tiempo todo lo cura o se lo lleva, pero eso no es real, el tiempo solo hace que duela. Es uno el que tiene que aprender a curar. Siempre dolerá. Los recuerdos duelen. No estamos hechos para soportar lo que nuestra cabeza piensa, por eso sufrimos de las peores maneras, solo porque no sabemos comprender el amor. —no entendía muy bien de lo que hablaba, pero estaba seguro de que el tío había pensado que habíamos terminado la relación o algo similar, por eso hablaba de esa manera.
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La verdad detras de sus ojos
Teen FictionEspero que les guste y disfruten de esta historia, la cual escribí para tres personas importantes en mi vida. Mi primer amor, quien me hizo comprender que más allá de la distancia, se podía amar de la manera más hermosa posible. A ella, van dedicada...