Capítulo 7. Reflujo emocional.

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06 de octubre del 2143 a 01 de noviembre 2143

Me desperté desvelado luego de pasar la noche junto a Miah, nos quedamos hasta tarde con los labios pegados uno al otro, al levantarme en la mañana ni siquiera podía mirar a los ojos a Miah sin recordar lo que había sucedido anoche, sentía dentro de mi emociones desiguales, tenía miedo de saber que sucedería luego de todo esto, que era lo que pasaba por la cabeza de Miah y si realmente todo lo sucedido fue real, los sentimientos que afloran, el dulce sabor de sus labios, la suavidad de su boca, su mirada avergonzada, todavía no podía entender qué sucedía, me costaba abrir los ojos y verla a mi lado, quería saber cómo reaccionaría ante el suceso. Decidí abrir lentamente los ojos, ahí la vi reposada sobre mi cama, débil pero hermosa, mi corazón latía y se aceleraba ante el recuerdo del momento en dónde sus labios se toparon con los míos, sentí una presión en el pecho, quería repetir el suceso, una y otra y otra vez, sentir su aliento a fresa, necesitaba más de Miah, de repente sus ojos se dejaron ver, agraciados y brillosos ante los primeros rayos del sol, al divisar que mi mirada estaba puesta sobre ella su rostro se tornó rojizo y acalorado dejando entrever una mueca de vergüenza.

—¿Por qué me miras así? pervertido —dejaba al descubierto el pudor de sus palabras.

—Te ves realmente hermosa —Miah estaba usando una de mis remeras de Becker, una de mis series favoritas.

El rostro de Miah se volvió completamente rojo, me apartó con su mano de manera violenta.

—Quítate de aquí, tú te ves horrendo —me respondió con una mueca mientras me mostraba la lengua en forma de burla.

—¿tú crees eso? —me acerque a Miah lentamente, su cara se volvía cada vez más roja.

—Que te quites de aquí—. Miah me volvió a apartar con su mano sobre mi boca, estaba completamente ruborizada.

—¿Qué has hecho en mi?

No podía parar de mirarla, quería aprender más de ella, sus reacciones, sus muecas, cada pequeño detalle de ella.

—Me iré a asear —Miah se escapó de mi completamente ruborizada.

Solo me quedé admirando su figura mientras cruzaba la puerta, nunca había sentido nada igual, mis sentimientos eran un desastre, actuaba sin pensar, decidí meterme debajo de la ducha fría, intente sacar por un segundo de mi cabeza el sabor de sus labios, el olor a jazmín y coco de su pelo, intentaba no pensar pero no lograba sacar el hecho de que nuestros labios se complementaban perfectamente uno con el otro.

Llené de agua la bañera y metí mi cabeza adentro intentando ahogar mis emociones para así lograr calmarme, el tiempo pasaba y con mi cabeza metida no podía escuchar nada a mí alrededor, me sentía cómodo dentro del agua, de repente el aire se empezaba a cortar y tuve que salir a flote.

Una vez libre de los pensamientos que recorrían en mi mente, salí del baño con dirección hacia la cocina, la abuela estaba preparando el desayuno y el viejo se dirigía hacia la puerta de salida cuando decidí pedirle un pequeño favor al oído y se marchó, era un día festivo así que no teníamos clases, mire hacia los costados y le pregunté a la abuela si había visto a Miah.

—Se encuentra en el baño de la habitación, lleva un largo rato ahí —respondió la abuela.

—Iré a ver si necesita algo —ella se había metido a duchar mucho antes que yo, quería saber si estaba bien.

—No te preocupes, ella ya saldrá, las mujeres tardamos más tiempo aseándonos —dijo la abuela entre risas.

—Entiendo, has hecho pan tostado—. Intenté cambiar el rumbo de la conversación ante miradas de la abuela, las cuales guardaban miles de preguntas.

La verdad detras de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora