Capítulo 11. Cuenta mis pecas como si fueran estrellas.

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20 de enero de 2139 a 20 de marzo de 2139

Lo sabía, sabía que no llegarías a entenderme, que no te daba la vida para comprender la mía. Alguna vez acaso preguntaste sobre mí, con que peso cargaba de pequeña, cuáles eran mis dolores, o quizá el porqué de mis cambios de ánimo, no, no lo sabías no entendías que me encontraba rota, destrozada, fracturada desde dentro, todo el peso que cargaba y lo duro que era. La gente solamente te rompe y luego pretende arreglarte con un simple "lo siento" como si esas palabras fueran la cura a todo el dolor que generó, me reparaste para dejarme más rota.

Tenía unos doce años cuando lo conocí, Elidha Erín Woods un niño pequeñito con unos grandes ojos color marrón, su pelo era de un color negro azabache que encandilaba como los rayos del sol, bastante pequeñito para la estatura normal y con una sonrisa cálida y acogedora.

Mi estómago rugía como un feroz león hambriento, un niño de clase se acercó a mí sin importarte mi apariencia sucia y desarreglada, tomó mi mano y puso un gran trozo de pan en ellas.

—No es bueno dejar que gruña —un pequeño niño de ojos marrón y pelo negro me sonrió de manera amable extendiendo el trozo de comida en sus manos.

—¿Eso es para mí, me lo das? –mis ojos brillaban ante la porción de pan.

—Claro, ¿me llamo Elidha y tú? —él seguía sonriendo sin importar lo mugrosa que me encontraba, me trató como un igual, caía atrapada en el universo de sus ojos.

—Mi... Mi nombre es Miah, Meraki Miah—. Mi voz temblaba sorprendida ante la bondad del pequeño niño, su mirada cálida y esa blanca y bella sonrisa.

—Ohh tienes un bonito nombre, Meraki acaso ¿dejarás una huella en mí? —Cada vez me sorprendía más con sus palabras, ¿por qué un chico de su estatus hablaría con alguien como yo?

Esa pregunta daba vueltas en mi cabeza.

Me callé por un momento, sus palabras me habían dejado sorprendida.

—Te encuentras bien, acaso no tenías hambre, te has quedado en las nubes, vamos come—. El niño tomó mis sucias manos y acercó el trozo de comida hacia mi boca.

No lograba entender por qué su trato conmigo, alguien de su clase, que tratará así a basura como yo

Siempre era mirada con desprecio, incluso insultada sin ninguna razón más que la de vivir en Zatsas la ciudad más marginal de la ciudadela, dónde todos nosotros éramos la escoria del lugar, un territorio lleno de delincuentes, personas con problemas de alcohol, mentales, etc.

Todo lo malo de la ciudadela iba a parar allí.

Me había perdido en mi pensamiento cuando de repente una señora con unos grandes ojos violeta y pelo rubio llamó al pequeño niño.

—Debo irme, espero verte la próxima.

Eli acarició con su mano mi cabeza y se dirigió hacia un carro que lo esperaba en la esquina con un señor bajito y la hermosa señora que lo llamaba dulcemente, mi pelo se encontraba horrendo el rojizo se había convertido en negro, mi cara se encontraba sucia por el trabajo en el campo y ocultaba bastante mi rostro, trate de poner mis pies en la tierra me encontraba perdida ante las acciones del pequeño niño, jamás había sido tratada de esa manera por alguien que no sea mi madre, me encontraba sorprendida y mi mente no paraba de pensarlo, de sus manos en mi cabeza la verdad en su sonrisa, había quedado desnuda ante el, mi corazón se sentía cálido, abrazado por esos pequeños y ardientes ojos marrón, solo deseaba volver a verlo, que vuelva a acariciar dulcemente mi cabeza.

Fui llamada por mi madre, trabajábamos en un campo en dónde nos pagaban con comida, la cual iba para un pequeño comedor del cual mi abuela era dueña, ella alimentaba muchas de las familias que eran dejadas de lado por los menesteres de la ciudadela, solo éramos un sector olvidado el cual trabajaba para subsistir en este mundo, la abuela se encargaba de racionar la comida de toda la ciudad, todos confiaban en ella, mamá me había comentado que ella era una enfermera muy respetable en la ciudadela pero por diferencias con los jefes fue mandada como castigo aquí.

La verdad detras de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora