Capítulo 25

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—Hola, Aer —saludé con pocos ánimos y mucha vergüenza.

—Esto será rápido— dijo secamente, tal frialdad en su tono no me la había dedicado nunca. Su mirada siempre reveladora, en esta oportunidad demostraba decepción —Si lo que me trajo no fuera tan importante, ni me molestaría, no después de que ignoraras por tanto tiempo mis intentos de contacto, a pesar de que una sola de tus cartas alguna vez me hiciera venir en seguida para ayudarte.

—Perdón...

—¡No! No dejaré que te sigas burlando como lo has hecho desde que te conozco. Sabes porque estoy aquí. Lo mínimo que merezco por una vez, y mejor, lo que merecen Sergey y su nieta, es que no intentes engañarme. Damara zrasny —fue un poco sarcástico— Tenga las agallas de decirme lo que pasó. Eso de que huyeron de Montemagno jamás me lo creí. Aun así, consciente de que hacía el papel de idiota, los busqué con esperanzas absurdas en todos los sitios donde pudieran haber estado. Pero se esfumaron misteriosamente. Sin rastros de que todavía existan. Que tú te empeñaras durante años en negarte a darme explicaciones solo ha empeorado la desconfianza.

Juntó sus manos y extendió sus dedos, unos contra otros, llevando la punta de sus índices al ras de su boca. Sus ojos profundos expresaban rabia, pero a la vez suplicaban piedad. Respondí, cansada de mi propia falta de respeto a la memoria de los aludidos.

—Están muertos.

Y con eso elegí también no alargar demasiado la conversación. Aer y yo ya éramos solo dos vampiros que se habían conocido alguna vez, y yo lo había herido mucho. Al escucharme apretó los párpados con dolor, sus hombros se hundieron resignados como si solo confirmara algo que hubiera temido.

—Sergey nunca le hizo daño a nadie... —murmuró —Era un buen hombre...

—Lo sé.

—Ni siquiera cazaba —se aceleró —Respetaba la vida, ¡La única razón por la que aceptó convertirse fue para no dejar a Talynha sola en este mundo de monstruos!, ¡Pagaba sus impuestos!, ¡El pedazo de tierra donde vivía era suya!, ¡¿En qué les molestó?! —rugió con fuerza — ¡¿QUÉ FUE LO QUE LES HIZO?!

—Aris y Talynha se enamoraron... —dije cabizbaja.

Una reacción genuina de sorpresa le transformó el gesto.

—¿La mataste para que no se involucrara con tu hijo?

—Aris tiene una interpretación retorcida de la belleza y el romance. La asesinó convencido de que así ella estaría con él por la eternidad.

Me quemó la confesión. Aer me miró fijo con ojos húmedos.

—A Sergey lo sacrificamos para que no la buscara inútilmente.

Los signos de rabia se le convirtieron en un miedo que le erizó los poros.

—Fui por mí que los conociste a los dos... yo te llevé a su casa. Ellos estaban bien y yo te metí en sus vidas, ¿Qué les hiciste?

—No fue mi intención, Aer. Aunque no lo creas, he sufrido desde entonces.

—¡Ustedes me repugnan! —siseó con asco —De Daniel ya esperaba cualquier cosa... pero de ti... Fui un iluso, por supuesto son el uno para el otro, y entre los dos procrearon a alguien peor, si es que es posible. Talynha era una niña pura— sus labios temblaban —Vulnerable, con una perspectiva aprensiva del mundo, merecía ser cuidada de los depredadores... Su sangre también está en mis manos.

—No es culpa tuya, por favor —pedí con prudencia tímida.

—Fui yo quién te llevó a su casa— repitió. Las venas se le fueron marcando cada vez más en la frente a medida que se echaba a llorar —Eras un maldito lobo, tú y todo lo que pudiera salir de ti. Te metí entre los corderos. Ojalá nunca te hubiera conocido... Eres cancerígena, eres manipulación y destrucción. Maldita la hora en que me engañé pensando que eras diferente.

Herencia Roja  | Libro 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora