Damara Zrasny León
A mi juicio nuestro reencuentro con Ángel ha sido provechoso. Cuando volvimos a vernos, ambas permanecimos tímidas. Conversamos todo lo expuesto en las cartas que le envié, fue una charla larga, enriquecida con sus preguntas y cada vez más íntima con mis respuestas, que le dieron peso a lo que ella ahora descubría como mi realidad. Lo que más me ayudó para que me aceptara sin rencores fue mi posición hacia Aris. Asimismo me dio a descubrir todo lo que ella había sufrido por su culpa. En nombre de nuestra sangre le pedí perdón.
No me le he despegado desde que llegué. También compartimos con Daniel, pero él tiene mucha más curiosidad que yo por este mundo y sus minúsculas diferencias con el nuestro, así que mientras yo disfruto el amor de Ángel, mi esposo recorre tanto terreno como puede. Paso mis días acompañando a mi Krysna en su rutina habitual. La miro estar en clases, me vuelvo su guardia silenciosa mientras estudia, paseamos juntas cuando termina sus tareas. Su pasatiempo favorito es ir al cine, así que vamos a diario, incluso repitiendo películas si la cartelera no cambia en la semana. Fuera de esas dos horas de programa intocables nos sentamos en los parques a esperar que caiga la noche, o puede que, al igual que hoy, pasemos la tarde en el sitio que compró Diego. Jugando, leyendo, cocinando y riéndonos del resultado poco comestible.
Más que cualquier actividad, lo que me gusta es su compañía. Su madre ignora que se reúne conmigo, así que cuando Ángel considera sensato volver a su casa, la llevo y espero cerca hasta que vuelva a salir el sol y se renueve así mi oportunidad de estar juntas. Además, me encanta su interés por el mundo zansvriko. Suele compararlo con las historias vampíricas que tanto le han atraído, según asegura, desde que tiene memoria. Me siento muy orgullosa de que ahora sepa que esta inclinación viene de parte de mí.
—¿Puedes cantar un himno? —pide de repente— Me gustaría escuchar uno.
Sonrío de vergüenza. Acabo de terminar de arreglarla, le ofrecí un maquillaje marcadamente gótico que ella aceptó para divertirse. Cierro los ojos para reunir más confianza en mi voz, y empiezo a entonar una composición zansvrika que habla de las pasiones destiladas por la mujer convertida. Me esfuerzo por hacer notar sus notas características, agudizando el tono en las frases largas que lo requieren, elevándola fuerte en los coros, suavizándola con precisión en los versos. El efluvio de Daniel me llena los pulmones al tomar aire para cantar, no me cohíbo, pero levanto los párpados, encuentro a Ángel viéndome fijo con miranda melancólica.
—Me llamas hacia ti con la misma trampa que usan las sirenas — dice mi esposo, interrumpiendo la canción.
Suspiro hondo.
—No me compares con sirenas —digo medio ofendida por su comentario.
Miro a Ángel esperando su opinión sobre el himno, sin embargo, parece muy entretenida en un pensamiento por el que frunce el ceño y que le saca media sonrisa nerviosa. Tras unos segundos sin reacción vuelve a verme, ahora dedicándome una sonrisa peculiar, inusual en ella, atrevida y coqueta con aire de desafío.
—Señora...— me dice con tono cantor y altisonante, haciéndome entornar los ojos.
—¿Ángel? —intento asegurarme de que se siente bien, Daniel se acerca a ambas con las cejas juntas.
—¿Tú crees? —mi nieta acentúa la expresión, deslizando su mano con cierta sensualidad sobre el sofá que compartimos.
Me levanto retrocediendo, ella se ríe.
—No. Sólo me está prestando su mente para poder decirle, señora mía, que su tiempo de visita aquí ya se extendió más de lo planeado, requerimos su presencia inmediata en la casa del sol. Prometiste volver a tiempo, pero he tenido que venir a buscarte.
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Herencia Roja | Libro 13
VampirosContinuación cronológica de Reverdecer Vampírico - Saga Crónicas Zansvrikas ♥ Sinopsis: La dinastía León se fortalece. Un nuevo comienzo emerge de las ruinas, soplan vientos buenos de transformación. Sombras del pasado regresan como peligrosas amena...