Herencia Roja | Libro 13

Capítulo 66

Emergí del agua incorporándome con está aún destilando por mis rizos para cambiarme la ropa. Por el rato de oscuridad que quedaba asumí que mis padres aún no se habrían retirado a descansar en sus aposentos, pero de vuelta al salón de celebraciones me encontré con que habían salido de Montemagno. Pretendía no solo hablarles de Salvatore y su visita próxima, sino pedirles la vela que me fue consagrada durante mi bautizo ya que la necesito para un ungimiento. Decidiendo que por lo segundo no necesitaba esperar hasta que regresaran, la busqué yo misma. Fue cuando me encontré con una sorpresa.

El guardia de turno en las afueras de la cueva donde mantienen al señor de los cadáveres intenta bloquearme la entrada, defendiendo las órdenes del Zethee de no permitir visitantes sin su previa autorización.

Resulta que la caja de la vela bautismal no solo resguardaba la barra de cera que conserva la sangre de mis progenitores. En ella también había un cráneo tallado con el nombre de Aris Delyam encima del mío, lo que significa que proclamó apadrinarme. Mis padres nunca me lo dijeron. No me siento del todo decepcionada, puedo comprender las razones que los llevaron a ocultarme esta verdad, sin embargo, sí me ofende que no hayan confiado en mí y en la postura que habría adoptado sabiéndolo. En cualquier caso, el compromiso de Aris es interesante y ese es el motivo por el que hoy quiero hablar con él.

—No puede acercarse al prisionero sin autorización directa y explícita.

—Conozco las normas, pero por órdenes del Zethee tu Krasny conforma la trinidad a cargo del Festival de Cadáveres. Necesito información urgente que solo el prisionero puede proporcionar, y al detenerme perjudicas gestiones esenciales.

—Entiendo, Krasny, pero mis órdenes...

—Entre tus órdenes está facilitarme las tareas, no obstaculizarlas. Este prisionero tiene conocimientos precisos para el éxito o el fracaso del festival dados contratiempos inesperados y confidenciales. Al Zethee no le agradarán las consecuencias del retraso en mi intento de obtener esta información, especialmente porque tengo el derecho y el deber de acceder donde se requiera. Negármelo sería pasar sobre mi autoridad. ¿Te atreves?

—No, Krasny.

—Necesito pasar ahora.

—Sí, Krasny.

Las rocas oscuras del interior de la cueva combinan con la mirada inquisidora y profunda de mi hermano mayor, a quién encuentro pronto. Es de admirar el parecido que tiene con mi padre, sus ojos grises es de los pocos rasgos que tienen distintos. Como yo, él también estudia con meticulosidad las características que hacen que mi perfil difiera del resto de mi familia. No me molesta. Mis lunares los llevo con orgullo, y el señor de los cadáveres parece darse cuenta de eso.

—De las criaturas malditas se levantará otra raza— dice —Una que seguirá a la mujer coronada en sangre. Su naturaleza había sido condenada por los suyos, pero resurgirá, y solo quienes sean como ella se reconocerán de entre los malignos como auténticos vampiros.

—Tienes un acentuado nivel de percepción, como me habían dicho. Buen honor le haces a la cualidad genética que compartimos tú y yo.

Espero que me sonría halagado, pero su gesto es de inconformidad.

—¿Por qué te sorprende que tus palabras no me confundan? ... Ya veo. Parece que me precipité. Solo las dijiste para hacer titubear mi identidad, y de entrada bien amedrentarme con la duda o deslumbrarme con la promesa, según como reaccionara. He oído que también te gusta hacer eso. Ya te digo que no hay nada que sepas o creas saber de mí de lo que yo no sea consciente, por tanto, no hay nada que puedas usar en mi contra, ni hacer tampoco, así que no pierdas el tiempo soltando intrigas en torno a mí, ni intentando agredirme. Sin menospreciar el intelecto de nuestros hermanos, solo tú y yo tenemos este talento particular para descifrar verdades ocultas. No estoy aquí para desafiarte, pero tampoco me subestimes porque no me gusta.