Capítulo 69

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Daniel León Zethee

Cuando perdimos a Elizabeth, mi corazón se detuvo por segunda vez en mi vida, la primera fue durante la sepultura de Ellie. En ambas ocasiones fue por dolor. Siento que ahora mismo ocurrirá el tercero, pero a consecuencia de rabia.

—Confié en ti— reprocho intentando no dejar que mi cuerpo ceda. Dazha se incorpora.

—¿Dónde está Mikael? —pregunta al ver vacío el lugar junto a ella, de donde se desprende efluvio de un malnacido que se acostó allí —Solo puso sus manos en mi cabeza, y fue porque yo se lo ordené. Le dije que se acomodara a mi lado porque yo necesitaba calor zansvriko, y un oler un poco de sangre. Nada más obedeció mis peticiones.

—Eres mi hija. Me debes respeto. Estaba complacido con tu prudencia y sensatez. Hoy me decepcionas en todo lo que puedes. ¿Por dónde empezar?

—Pusiste tu vida en peligro —le dice Damara, ayudándome a organizar mi mente.

—Claro que no— contradice Dakota.

—Aris es...

—Sé perfectamente de lo que es capaz— la interrumpe antes de que alegue nada.

—Lo dudo.

—Está eufórico— retomo yo —Exigiendo volver a verte, ¿Me explicas?

—No fue una visita física, proyecté mi conciencia a través de un centinela.

—¿Por qué lo buscas? —cuestiona mi esposa.

—Y ahora quiere tu sangre. ¡Es por eso! Le mostraste tus habilidades extrasensoriales, eres su nuevo objetivo, ¿Tienes idea de lo que significa que Aris Delyam tenga los ojos sobre ti?

—No me engaño sobre el señor de los cadáveres. Lo conozco. Conozco lo que ha hecho, lo que hará, y lo que podría llegar a hacer. Es inteligente. Es perverso. Es decidido, como yo. Es paciente, mucho más que yo. Pero nunca me ganará en astucia, ni será más poderoso, porque las fuerzas que yo manejo, así como las que tendré, exceden lo que él o nadie puede siquiera imaginar. No podrá conmigo.

—¡¿De dónde se te ocurrió declararle la guerra?! —reclama mi diosa.

—No lo he hecho. Es él quien, por capricho, egoísmo, envidia, y perspectiva retorcida quiere que el mundo gire en torno a su voluntad. Le gustaría someterme, ahora que ciertamente sabe que mi intervención para el futuro de Montemagno es significativa. Quiere asegurarse la victoria usándome como instrumento de poder. Me negué. Eso fue todo. Pero mi rechazo le quitó la oportunidad de asegurarse el control, y ante sus ojos paso a ser una amenaza.

—¿Qué necesidad tenías de provocarlo? —pregunto sin entender.

—No lo confronté para generar conflicto. Intenté acercarme por consideración a la sangre leónica que nos une, y con la esperanza de explorar si había un interés genuino por su parte hacia mi bienestar ya que aspiraba ser mi guía.

—¿Qué?

—Es mi padrino. ¿Planeaban ocultarme esa información para siempre?

—Por supuesto, los motivos son obvios. El padrinazgo zansvriko tiene un impacto fuerte en el alma de los vampiros, Aris Delyam es un perturbado.

—Sigue siendo mi padrino de todas maneras, y mi hermano mayor.

—Sabía que su influencia sería perjudicial para ti, ¿Ahora intentas seguirle el juego?, ¿Bastó que te reunieras con él en tu cabeza para que te manipule?

—¡Jamás!— ruge tan airada como yo lo estoy y tan malcriada como su madre —Mi acercamiento fue un intento de descubrir la profundidad de la relación entre nosotros, averiguar si eso aportaba algo de valor para mi iniciativa de redirigir su juicio en beneficio de nuestra familia y de Montemagno.

Herencia Roja  | Libro 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora