Capítulo 36

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Dazha Zarém Krasny

A propósito de haber descubierto que mi tío ha hablado con Harym, me intriga saber por qué. En especial luego de que él cuestionara el apego de los vampiros hacia las ciencias esotéricas, y sobre todo porque no le conozco ningún interés especial en este campo. Ella es una bruja zansvrika talentosa a la que respeto. Hace tiempo comencé a recibir clases particulares por parte suya, tras el consentimiento casi inmediato de mi padre y la lenta aprobación de mi madre que aceptó a regañadientes, precisamente al escuchar el consejo de Harym, quien pese a haber rechazado en el pasado tareas oficiales al servicio del trono, esta vez aceptaba convertirse en una de mis tutoras, conformando ahora parte del pilar básico de mi educación espiritual.

Al principio, mi mamá limitaba mi libertad para seguir los estudios zansnirastos casi tanto como evitan que conozca la filosofía de mi hermano mayor. Puso muchas objeciones, llegando incluso a acusar cierta hipocresía.

—Te fastidió que Miguel Angelo predijera el sexo de Lezanger cuando estaba embarazada, o cuántos hijos habríamos de tener —le discutía a mi papá —Todo lo que ese pobre loco hizo fue jugar con un poco de mi sangre, y lo catalogaste de oscuro, ¿Ahora quieres permitir que Dakota lea entrañas de serpientes como lo hacían los mellizos?

—Yo no sé de mística zansvrika como para identificar si un ejercicio es o no peligroso—explicó— Pero Miguel Angelo solo es responsable en áreas muy específicas, ignoro si la espiritual será una de ellas. De lo que sí estoy seguro, es de que él no es ningún vidente. Desconocemos las repercusiones que pueda haber si esas prácticas las hace alguien sin preparación. No es lo mismo. Los mellizos eran competentes, pero manipuladores. Evaluar la solicitud de Dazha me hace reconocer que, si bien nuestro cuerpo sacerdotal actual sigue contando con oficiantes aptos para celebrar nuestras ceremonias, no es suficiente para sostener todas las responsabilidades que deberían cargar. La relación entre los sacerdotes y los Zethees que me antecedieron era de suma confianza. Mis predecesores buscaban su asesoría para avanzar en decisiones de toda índole, porque ellos eran los custodios de la sabiduría ancestral, dada su capacidad de predecir el futuro o descifrar el presente, y este beneficio permitía tomar medidas preventivas o estratégicas. Los mellizos estaban en mi contra, por eso me acostumbré a contar nada más que con mi propia intuición.

—En su mayoría te ha dado buenos resultados.

—Sin embargo, el camino más importante de mi vida lo recorrí después de pedir luz— dijo, y mi madre frunció el ceño. En silencio me mantuve atenta —Cuando me enamoré de ti tenía muchas dudas. Busqué a Harym porque necesitaba saber qué hacer contigo.

Los ojos de mi mamá se fueron ampliando en sus órbitas.

—¡Qué romántico...!—comenté emocionada —Cuéntanos más.

—No es algo que debamos hablar frente a Dazha —alegó ella levantando mi mano hacia mí en un ruego de compresión.

—¿Por qué no? —me quejé, decidida a no irme de los aposentos —Es hermoso.

—Su asesoría fue ambigua —siguió papá, caminando con las palmas abiertas y ofrecidas hacia mi madre —Aun así, certera. Sus palabras tan exactas me hicieron tomar la decisión de entregarme por completo al futuro que me esperaba a tu lado.

Él le envolvió el mentón con sus manos, acariciándole los pómulos con devoción absoluta. Disfruté, como siempre, palpar la intensidad del amor que se tienen, apasionado, algo oscuro, intenso.

—Por eso sé que mis decisiones políticas, si fueron buenas, quizás hubieran podido ser mejores. De haber tenido la orientación adecuada. Por algo los antiguos les cedieron a los sacerdotes un papel central en la casa del sol, que fuera más allá de las costumbres rituales —él dio un beso, después volteó hacia mí —¿En quién mejor podría poner mi fe, sino en mi propia hija, para dejarme guiar por ella?

Herencia Roja  | Libro 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora