Capítulo 28 - Intervención 3

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Dazha Zarém Krasny

Mi nombre es Dazha Zarém Krasny. Mi padre es Daniel Zethee, es un político y militar zansvriko que lidera a la sociedad vampírica desde mucho antes de mi nacimiento. Mi madre, Damara Zrasny es una humana que fue convertida. Cuando se casó, su título no tenía peso político, solo nobiliario. Actualmente goza de autoridad en la toma de decisiones otrora centralizadas en el Zethee, y tiene la más alta jurisdicción penal, influyendo en asuntos legales y sobre todas las cosas en la resolución de casos, incluyendo las sentencias para los convictos.

Tengo tres hermanos. Aris Delyam, que es el mayor, está en prisión por el asesinato de funcionarios con alta jerarquía en la administración y dirección zansvrika. Kham Lezanger Zrlaj, firme defensor de la promoción de la cultura y las artes zansvrikas olvidadas, ahora en recuperación gracias a sus aportes. Leohark Anleid Krlaj...

Me llevo la pluma a la boca mientras pienso en Alejandro. ¿Qué puedo decir de él? A pesar de su título, estatus social, y linaje, su posición carece de poder y responsabilidades debido a que todavía no se convierte. Pero me propuse llenar un diario, eso implica tener que hablar de mi familia, así que supongo que está bien lo que sea que pueda compartir.

Leohark Anleid Krlaj es uno de mis mejores amigos. Es muy inteligente y observador, casi siempre tiene una respuesta para todo, y si no la sabe la investiga, lo que es genial, porque puedo apoyarme en él para explorar cada perspectiva posible. Tenemos una muy buena relación. En realidad, me llevo bien con todos quiénes me rodean. Tengo lindos recuerdos de mi infancia, con un padre que jugaba conmigo a lo que a mí se me antojara, y una madre que peleaba conmigo por los juguetes. Él se ha encargado de dirigir mi preparamiento físico en defensa y combate. Ella me ha enseñado a bailar las danzas tradicionales, practicamos juntas movimientos de torso, caderas, piernas y abdomen, como un secreto femenino para enriquecer una futura vida en matrimonio. Ambos siempre se han preocupado por mí, ambos hasta hoy supervisan mi educación, mis elecciones particulares de estudio, y mis lecturas independientes.

Mi formación académica está a cargo de tutores especialistas en distintas cátedras, entre ellas: artes militares, ciencias naturales, álgebra, diplomacia, filosofía, etiqueta, biología, literatura, política, historia, retórica, lenguaje antiguo, idiomas, cultura, artes plásticas, y culto. Puede parecer que la carga es pesada, pero nunca he sentido que sea demasiado. Soy fanática de averiguar cómo otros ojos ven la vida. Me apasiona estudiar todas las perspectivas que puedan existir para entender el mundo, más importante, las perspectivas de cada miembro de mi familia, porque no hay un único criterio entre ellos y eso me encanta.

Aunque tal vez no en la misma etapa o al mismo ritmo, mi padre y mis hermanos recibieron una educación semejante a la que recibo yo, sino que igual. Aun así, no comparten visiones. Quiero comprender por qué. Me llama mucho la atención saber en qué momento de la evolución personal cada quién formó su propio juicio, más allá de la personalidad particular o el carácter. Llamada a seguir esta búsqueda de claridad respecto a las raíces que definen a mi familia, hay alguien cuya perspectiva me ha sido celosamente censurada: la de mi hermano mayor.

Para empezar, le arrebataron el linaje y lo expulsaron de la línea sucesoria. Es el primer hijo de mis padres, y lo niegue quien lo niegue, eso no hay como cambiarlo, pero su nacimiento fue borrado de los registros. Así, en la versión de los hechos que pasarán a la posteridad, él ha sido desconocido como miembro de la lunha León, nuestra dinastía. Nuestra familia. Esto en consecuencia de sus acciones y filosofías que chocan radicalmente con la posición de mi papá como Zethee, y con la estabilidad de la sociedad zansvrika.

Es la misma razón por la que me niegan el acceso a él. Temen que sus conceptos tengan un impacto negativo en mi propio juicio, que desorienten mi percepción de la vida y el mundo. Pero, a pesar de haber sido apartado, mi padre saca provecho de sus talentos, así que Aris sirve a la sociedad, trabajando en la redacción de leyes y ejecutando planes meticulosos con que neutralizar enemigos públicos. Aunque suene paradójico que alguien que ha sido excluido del linaje real todavía tenga roles influyentes en los asuntos de la corona, supongo que es un testimonio de su genialidad y un ejemplo de las decisiones complejas que ha tenido que tomar mi papá ante sus actos. Esto despierta aún más mi curiosidad por aquel al que llaman señor de los cadáveres.

El deseo de conocerlo, de escuchar de su propia boca por qué cree en las doctrinas que defiende es fascinante. Por eso, cuando no esté sometida a la voluntad de mis padres, y sobre todo que yo haya obtenido la madurez necesaria, concertaré una cita con mi hermano mayor. Mi naturaleza de querer conocer cada faceta de mis raíces no me permite simplemente dejar por fuera a mi propio hermano. Aunque sus elecciones lo hayan llevado por un camino distinto, no puedo ignorar el lazo de sangre que nos une para siempre, ni lo atractivo que resulta su criterio por la diferencia tan radical que tiene en relación a cualquier otra. Tampoco puedo conformarme con lo que otros dicen o creen sobre él. Yo misma necesito conocer su voz, su posición, su verdad, y sus motivaciones. Para entonces tendré el suficiente temple con que juzgarle por mí misma. Habré aprendido a discernir entre la verdad y la manipulación. No quiero dejarme llevar por el prejuicio de todo lo que he oído, ni significa que justificaré sus acciones, pero sí deseo complementar con él la pieza que me falta en este rompecabezas sobre cómo cada uno de nosotros ha llegado a ser quien es.

Si la mente de Aris Delyam alberga ideas que podrían distorsionar mi comprensión de la vida, quizás sea necesario tomarlo con prudencia. Es frustrante no tener acceso directo a él por ahora, pero reconozco la importancia de las precauciones que toman conmigo. Es que con cada nueva perspectiva que estudio voy construyendo mi propia identidad, basada en lo que más me atrae de las distintas raíces que me forman en lo que soy: una persona nacida a medio camino entre la humanidad y la condición neoémica, hija de reyes, con un futuro más o menos predeterminado. Soy distinta físicamente. Tengo lunares en los iris, a un costado de cada pupila, son manchas color chocolate en lo más profundo de mis ojos azules. Tengo muchas pecas bajo los hombros, pero eso es lo de menos. Más se nota la marca que me atraviesa la frente de lado a lado, una raya rojiza pintada en mi piel. Nada de esto me acompleja. Lo que sí me fastidia a veces son los constantes estudios clínicos que me hace mi papá, sobre todo desde que he crecido, me extrae muestras de sangre dos o tres veces por semana.

Entiendo por qué lo hace. No lo juzgo, aunque me incomode, así como él tampoco me juzga a mí, que hasta se siente orgulloso de mi fascinación por ciertas categorías. Es que al autodescubrir mi personalidad, combinando lo que más me atrae de mis orígenes como miembro de una familia que ha trazado su historia a lo largo de generaciones, hay dos aspectos que me han entusiasmado mucho.

Desde antes de su vida como Zrasny o de convertirse, mi madre ostentaba una estética particular en sus preferencias. La fascinación por lo oscuro y lo tétrico era parte de su ser. Al indagar en ella, me encontré con los rastros de su inclinación hacia este estilo. ¡Y me encantó! Sus antiguas vestimentas de tonos lúgubres, accesorios extravagantes con diseños de animales propios de las penumbras, prendas que solía usar durante su humanidad, estaba todo muy bien guardado. Cuando me lo mostró, me enamoré. Sentí una conexión especial con este estilo que mezcla la oscuridad y la belleza. Desde entonces la decoración de mis aposentos tienen su toque exquisito y macabro, destacan los colores: negro, borgoña, púrpura y azul oscuro, para una elegancia sombría, sumada al rojo que es mi color favorito desde siempre. Muchas de las piezas que ahora uso eran tesoros de mi mamá, lo que pude conseguir que mi padre soltara, porque él estaba feliz de yo definiera mi imagen, pero se negaba a heredarme viejas pertenencias. Al final las compartió conmigo.

Algo de mi madre que también quiero hacer mío es algo que debo cultivar, en ella es un don etéreo. La devoción a la familia y la pasión ardiente. Son rasgos que demuestra de manera natural a diario, forman parte integral de su ser.

El encanto de las antigüedades y la energía que me transmiten se me hace medio místico. Lo que me lleva a un segundo aspecto que recién estoy conociendo, pero del que ya quiero saber más.

Mi abuela paterna era sacerdotisa en una antigua cultura. Ella no crio a mi padre, pero él se encargó de investigar sus orígenes hace tiempo. Descubrió que eran una comunidad que confiaba mucho en su intuición, y que tenían un profundo respeto por las fuerzas de la naturaleza. Eran reconocidos y hasta perseguidos por su sensibilidad espiritual y su conexión con el mundo invisible a los ojos. Sus prácticas combinaban elementos naturales, minerales, y símbolos sagrados para interpretar misterios. Mi padre cree que fue gracias a esto que su madre supo cómo salvarle la vida a él, único sobreviviente de aquella comunidad ahora extinta. Hoy, aunque hayan dejado de existir, es posible rescatar sus enseñanzas. Yo quiero descubrir los secretos que custodiaba mi abuela, mismos secretos que quizás le otorgaron la oportunidad de salvar a su hijo. Quiero explorar sus conocimientos, estudiar las diferencias o similitudes que puedan tener con las antiguas supersticiones zansvrikas. Pero sobre todo, lo más valioso, es rescatar cuanto más sea posible de los antepasados de mi padre. Que si algo de ello resuena en mí, lo incorporaré a mi ser para preservar esta herencia.

Herencia Roja  | Libro 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora