Capítulo 31

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En la cena compartimos amenamente. Lezanger contándole a Diego sobre sus aventuras con su banda, tiene una, compuesta solo por Gabriel y él. Alyssa me habló sobre las travesuras de Alessio, mientras este aseguraba con expresión poco convincente que ahora se portaría bien porque yo estaría cerca. Miguel Angelo desafiando a Dazha a comprobar quién de los sabía mejor leer la mano. Gabriel ponía al día a su padre sobre lo que le estaba ocurriendo últimamente: cada vez que dormía, soñaba sin falta con lo que solía ser su ciudad, con su madre, con lo que ha recordado de su familia cazadora. Todavía nos habla de eso. Asegura que no los extraña en lo absoluto, jamás lo hizo, es más, está consciente de los maltratos que recibía, pero sigue repitiendo los sueños y no entiende por qué, aunque sí le gustaría que se detuvieran.

—Y tú, que no me ayudas —le reclamó a mi hija.

—Ya te dije que tienes que sanar tus traumas.

—No tengo ninguno, soy feliz.

—Lees cartas— enumeró Diego hacia Dakota, repitiendo lo que ella misma le había dicho —Lees la mano, lees elementos, interpretas sueños, ¿Qué más sabes hacer?

—Todavía me falta preparación para lo más importante— respondió muy seria, apoyando los codos en la mesa y posando sus dedos contra sus clavículas —Me siento llamada.

—¿Para donde te vas? —Lezanger le sacudió el cabello, volteándole el largo hacia la cara.

Eso provocó un breve manoteo entre los dos, ella se quejó con un chasquido, Leohark le ordenó a Kham dejarla tranquila y este le complació, permitiendo que Dazha intentara retomar la palabra con ojos profundos.

—¿Vas a seguir comiendo? —le interrumpió Gabriel, mi hija le cedió su plato.

—Siento que la vida me eligió para hacer ciertas cosas...

—¿Cómo qué? —azuzó Miguel Angelo.

—No es adecuado decírselas aún, no hasta que esté segura de que ya tengo el poder que necesito— se recostó en el espaldar —Pero yo sí sé exactamente lo que es. Y siento... Tengo la convicción de que solo yo lo puedo hacer.

Miguel Angelo hizo temblar sus cuerdas vocales con un susurro gutural, imitando un sonido de espectro y provocando que Alessio se riera. La mímica rompió la rara tensión generada, pronto estuvimos hablando trivialidades.

Ya que diego habría de cruzar diferentes planos para replicar la travesía de Aris, y para nosotros ninguna de estas dimensiones tenía nombre, el sistema de coordenadas que sugirió Daniel, en primer lugar se diseñó a partir del método que se usa con las kavoopias para dividir espacios territoriales en galerías y ejes. Perybandell lo perfeccionó al aportar la información sobre la forma en que los mundos paralelos limitan con el nuestro. En las kavoopias, cada país se organiza en galerías numeradas, comenzando desde la galería número uno y aumentando según la extensión del territorio. Las galerías pueden contener varios ejes, que son puntos específicos dentro de cada una de ellas. En el sistema de división dimensional, se le asignó a nuestro plano el número uno. A partir de ahí, se le dieron números a los demás planos paralelos siguiendo el orden de las agujas del reloj y en función de su ubicación respecto al primero, manejando así una bitácora bien ordenada.

En el despacho nos reunimos solo entre Miguel Angelo, mi esposo, y Diego, quién traía consigo la misma caja metálica que se llevó del zahojhar, la libreta de cuero humano que solía pertenecer al señor de los cadáveres, y una agenda propia. El Zethee desplegó sobre la mesa un pergamino con un diagrama circular, anticipando que se necesitaría.

—En tanto me fue posible, seguí todos los recorridos de Aris— comenzó mi hermano —Él dijo que las grietas que nos conectan con el resto de los planos solo lo hacían con aquellas dimensiones paralelas a la nuestra, con las mismas características básicas: un mundo tridimensional, muy similar en la mayoría de los aspectos al que conocemos, pero ciertamente no en todos, algunos tienen incluso su propia velocidad temporal relativa.

—Aris dijo que cada vez que viajaba entre líneas, cuando regresaba aquí se encontraba en un año diferente— comenté.

Le frente de Diego denotaba preocupación.

—¿Qué debemos saber? —preguntó Daniel con tono sobrio, resignado de antemano igual que yo por cualquier sorpresa que pudiera provenir del mayor de nuestros hijos.

Mi hermano frunció el mentón, gruñendo una breve queja decidida. Antes miraba el pergamino, pero alzó la cara para vernos.

—Lo primero es que tengo que reconocer que Aris tenía razón, personas como Alyssa o Miguel Angelo no existen en ninguna otra parte.

—Apúrate— intervino Miguel Angelo —Tengo que ir a ver a mi otro yo en el cementerio.

Los tres volteamos hacia él, quien alzó las cejas sin arrepentirse de bromear en un momento así.

—Y debo averiguar cómo encontrar al que nació a partir de mi conversión— siguió molestando —Para que vuelva a recibir la neoemia y se comprometa a repetir el ciclo, ¡Seré inmortal!

Diego arrugó la cara, le tapó la boca bruscamente y lo arrastró afuera, empujándolo al pasillo.

—¡NO! —intentó volver —¡Quiero ver sus caras cuando...!

Aquel que lo sacó cerró la puerta, y la voz demandante se volvió muda, los materiales que se mezclaban con el concreto impedían que los ruidos se filtraran.

—¿Cuándo sepamos qué? —cuestionó Daniel, manifestando la misma duda que tenía yo a partir de las palabras de Miguel Angelo.

—Durante el lapso en que Aris no estuvo aquí, la mayoría del tiempo la pasó en un mundo específico. Este plano— hizo una marca con tinta sobre el pergamino —Es esencialmente un duplicado del nuestro. Una de las dos únicas diferencias es que la neoemia no existe, ni nada medianamente similar que pueda generar la existencia de criaturas bebedoras de sangre conforme a nosotros, como pasa en estos otros dos —deslizó los dedos por el mapa, uno de ellos tocaba la posición del mundo donde están los vampiros reclamantes —Pero en términos de geografía, cultura, personas, eventos es igual... y aunque sí existe un desfase temporal, en la línea que nos conecta con él, el tiempo fluye de manera idéntica.

—Como cuando estuvimos en el plano de las deidades —acotó Daniel— Fuimos y volvimos, y el tiempo que estuvimos allá fue lo mismo que transcurrió aquí. ¿Qué tiene de especial ese plano? —frunció el ceño contemplando la marca.

—Aris no dijo que se había quedado por tantos años en un mismo sitio —dije yo, pasando de la preocupación al enojo —Dijo que tardó porque el salto de los años era el cobro de viajes entre líneas, ¿Por qué le interesaba que no supiéramos que se quedó ahí?, ¿Qué hizo todo ese tiempo?

—Experimentar, aprender— respondió mi hermano —Lo más significativo no es lo que lo retuvo, que fue principalmente pertenecer a un DA/vaha en el que no existe GenoHeredis.

—Una vez mencionó que él también se infiltraría, como Aevë— mencionó el Zethee —Pero que lo haría de otra forma.

—Esta era— confirmó Diego —Pero insisto, eso no es lo más relevante. Es decir, sí que lo puede ser para acabar de una buena vez con ese asunto de mierda de los cazadores que ya me tiene harto, a lo que voy es que hay algo más, con otro tipo de valor —hizo una pausa en la que se humedeció los labios secos —Lo siento— se encogió de hombros —No hay forma en que pueda suavizar esta información: Aris tiene una hija.

Herencia Roja  | Libro 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora