Capítulo 18

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—¿Qué pasó? —pregunté desorientada.

—Lo que predije —aclaró Adrián —Se diría que esta es tierra santa, los demonios de su clase fueron desterrados, y el poder que los expulsó continua presente.

—¿Por qué seguimos aquí? —cuestionó mi esposo —Solo tú llevas un dérvalo.

Una oleada de ansiedad me sacudió cuando entendí su duda. En verdad llegamos porque me aferré a Aris, y Daniel a mí, pero por ley física, al separarnos de nuestro hijo debimos haber vuelto. Me imaginé cualquier cosa, mil pensamientos que llegaban a una sola conclusión.

—¡¿Estamos atrapados en este mundo?! —me desesperé.

—No —respondió Aris con actitud tranquila —Esto es algo que le pedí a Pery.

—Ella no tiene tales capacidades—negó el Zethee.

—Puede hacer esto y más.

—Explícate.

—Haznos volver —ordené interrumpiéndolos, amenazándole con la mirada. Lo medio señalé a modo de advertencia —¡Ahora!

—Por supuesto —me sonrió —Lo que quería comprobar ya lo tengo claro.

Caminó hacia nosotros, dirigiendo la vista ese sitio donde había desaparecido Akie Zarina. Daniel lo estudiaba con tanta desconfianza como curiosidad. En cuánto nos alcanzó, me guiñó un ojo y nos puso a cada uno un brazo sobre el hombro, aquel con el que me abrazó a mí fue el que tenía herido.

Apenas el aroma de su sangre entraba por mi nariz cuando se repitieron los malestares del viaje, dándome cosquillas desagradables en el estómago que se me revolvía otra vez. Eran sensaciones que pasaban excesivamente rápido porque el cambio no duraba más que una mínima fracción de segundo, pero eran de verdad intensas.

Enterré mi rostro entre mis dedos cuando el traslado terminó, quedé aturdida.

—Beber te ayudará —Daniel me acarició las muñecas con cariño —¿Tienes sangre disponible en el calabozo?

—Fresca como ninguna —respondió Aris.

Me llamó la atención su tono alegre, así mismo lo vi caminar en dirección a las cuevas donde ahora tenía su morada. En serio que tenía la mejor de las disposiciones para continuar encarcelado.

—No quiero que los demás se preocupen —comenté— En especial Moisés. Mientras más tardemos en ir avisar que el peligro pasó, más se inquietarán.

—Adrián nos debe algunas explicaciones —me tomó de la mano, llevándome con él, tras Aris por supuesto —¿Qué era lo que necesitabas de Perybandell?

—Averiguar cómo dejar de depender de los dérvalos para viajar entre líneas. La conciencia de Akie me siguió también, no nada más a ustedes. Escuchó la respuesta de Pery y le sacó provecho, por eso apareció con su cuerpo como lo hizo, y por eso yo quería extraerle sangre. Me hubiera gustado conservar un poco más de la que se me quedó en las uñas.

Inclinó su mentón, supuse que mirando aquello a lo que hacía referencia.

—¿Eso es posible? —discutió el Zethee.

—Por lo pronto no para mí, pero lo conseguiré en el futuro. Tal vez no muy lejano.

Liberándome, me deslicé hasta atravesarme frente a Adrián.

—No permitiré que pierdas tu alma como esa mujer. ¡Ya te lo dije!

—No necesito suicidarme para ir a otras dimensiones— me bordeó, continuando su camino —De haber querido obtener su naturaleza, habría aceptado como huésped al ente que la acompañaba.

Herencia Roja  | Libro 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora