Capítulo 32

17 1 2
                                    

Mi mundo se detuvo completamente. De todas las cosas que me imaginé que Aris sería capaz de ocultarme, jamás consideré algo así. Mi cuerpo reaccionó muy mal, volví a sentirme humana, sucumbiendo a las emociones. No sabía qué era más poderoso, si la rabia, la tristeza, la impotencia, o la frustración, como siempre cuando se trataba de Adrián.

—¿Lo sabe Aevë? —preguntó el Zethee.

—Nadie. Ustedes son los primeros que se enteran. Fuera por supuesto de Alyssa y Miguel Angelo.

—¿Sabes por qué Aris la esconde? —siguió Daniel con las preguntas mientras a mí me daba vueltas la habitación.

—Mi teoría...— dijo con cuidado —Sinceramente lo que creo es que no le importa.

—¿Pero sabe que existe? —se me quebró la voz.

—Damara...— mi nombre en los labios de mi Zethee fueron un suspiro incrédulo ante mi ingenuidad.

—Claro que lo sabe— confirmó Diego —Y no me sorprendería que la haya concebido como un experimento. En realidad, tratándose de él, no se me ocurre otro motivo.

—Lo voy a matar...— murmuré.

Daniel se pasó las manos por la cabeza manifestando asombro exasperante.

—Amé tanto a Ellie...— susurró —Y amo tanto a Dakota, que no puedo imaginar lo que habría sido apartarlas como Aris ha hecho con ella...

—¿La conoces? —mi tono hacia mi hermano suplicaba una respuesta positiva.

—Sí —abrió la caja metálica donde Adrián guardaba fotos —¿Recuerdas cuando estuvimos en el zahojhar fisgoneando en su guarida? Ya la teníamos en las narices.

Nos entregó un par de fotos viejas en los que aparecía una niña.

—¿Qué edad tiene ahora? —indagó Daniel.

—¿Cómo se llama? —pregunté cuando le contestó.

—No sé si mis elecciones de nombre tuvieron algo que ver, pero al igual que la mayoría de mis hijos, la suya tiene nombres bíblicos— dijo antes de revelarlo.

—¿Es como él? —añadí, ambos entendían lo que quería decir mi pregunta.

—No.

—Quiero conocerla, Diego, llévame.

—Puedo, pero no es tan fácil.

—¿Cómo qué no?

—El viaje lo es, y yo he interactuado suficientes veces con ella como para que no le parezca raro que se me ocurra presentarle a mi hermana, pero no tiene idea de mi verdadera identidad.

—¿No le dijiste?

—¿Cómo podría?, ¿Mucho gusto, soy tío de tu padre, quien por cierto es un vampiro, ambos venimos de otro mundo?

—¿No conoce la naturaleza de Aris? —soltó Daniel.

—No. Ni ella, ni su madre, nadie sabe nada, aunque sí de su alma retorcida.

Diego abrió su agenda, extrajo de allí retratos más recientes.

—Somos abuelos —pronunció mi Zethee con un hilo de voz, mirándome a los ojos.

—Abuela... ¡¿Abuela?! —repetí, recién reaccionando por el peso que implicaba el título —Acaricié las imágenes en el papel fotográfico.

—Si bien no fui sincero sobre el lazo que nos une, tuve la oportunidad de averiguar su opinión sobre la figura paterna que tuvo. Adrián, a quién ella conoce con un nombre diferente porque estando allá asumió una identidad distinta, no le dejó precisamente una buena impresión. Para ser claros, yo diría que lo odia. Es más, si quieres una amistad sana con ella, mi consejo sería que te reserves quién eres.

Herencia Roja  | Libro 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora