Capítulo 75

3 0 0
                                    

Dazha Zarém Krasny

Salvatore me verá en persona por primera vez y deseo que recuerde para siempre el impacto de nuestro encuentro, para eso debo deslumbrarlo. Mi vestimenta en la apertura del Festival de Cadáveres fue maravillosa, pero Salvatore merece algo exclusivo para él. Opto entonces por un traje rojo, del mismo tono de la luna que le he hecho imaginar en nuestros sueños. A lo largo de la falda caen volantes gruesos y pliegues de tela cuya totalidad de bordes se adornan en plata brillante. Un par de perlas en mis orejas. Los hombros a la vista. Mi pecho adornado con un collar voluminoso forjado en oro en cuyo centro destaca el escudo León. Bajo mis uñas rojas, mis anillos varían entre serpientes y tallos de rosas que simulan subir por mis dedos. Mi cabello suelto, sobre él un velo carmesí traslúcido, sujeto con una tiara de granates que termina reposando en mi frente.

Sí... esta es la medida exacta de pasión y poder que quiero demostrar.

Me preocupa que a pesar de la hora todavía no hayan venido a escoltarme. Mi papá insistió en acompañarme y ya hace mucho que debería estar aquí conmigo. Decido averiguar qué pasa.

—Mi reunión se está retrasando —me quejo con Mikael, quien apareció frente a mi puerta en cuánto la abrí.

—Esperamos por el Zethee, Krasny.

—¿Ya fueron por él?

—Se intentó. Pero exigió privacidad con la Zrasny.

—Mi madre se ha de estar preparando para el ritual de esta noche, ¿El Zethee fue a buscarla en la cámara de arreglo?

—Sí, Krasny.

Perfecto, pienso con ironía.

—Pasará mucho tiempo antes de que el Zethee vuelva a estar disponible, no puedo esperar tanto.

—La orden es contar con el Zethee para su reunión.

—La reunión tiene una hora establecida que fue impuesta por él mismo, si él no está aquí es porque decidió no participar, especialmente si se ocupa con asuntos en los que no se le puede interrumpir. No suspenderé la reunión por su ausencia ya que mi presencia en este caso es la única imprescindible. No le haré desaires a mi invitado, seguiremos adelante con la planificación.

Mikael se queda mirándome unos segundos.

—Sí, mi Krasny.

Dando media vuelta hace también una seña con la que ordena una marcha de salida. Cuatro vampiros más se nos unen, un par a cada lado de mí, camino con ellos detrás de Mikael que nos guía a todos. Pronto llegamos a un salón amplio originalmente destinado a bailes, elegido con cuidado por mi padre para su tranquilidad mental. El salón tiene muchas ventanas, más de diez entradas. El Zethee ordenó sacar las butacas para asegurar que Salvatore y yo no nos pongamos demasiado cómodos, imagino que por el mismo motivo mandó a sacar el piano, así como cualquier mueble que pudiera servir para recostarse. Solo dejó dos sillas individuales en torno a una mesa pequeña y redonda. Los escoltas tienen la instrucción irrevocable de rondar constantemente por todas las puertas, que son cristalinas, así que dentro de las cuatro paredes Salvatore y yo estaremos solos, pero con varios ojos supervisando el encuentro.

Salvatore está tomando algo de una taza al momento en que yo ingreso al salón, la deja a medio camino entre la mesa y su boca cuando se queda de piedra al verme. Su mirada dulce bajo sus cejas gruesas, flanqueada por los mechones ondulados de su pelo, es tan linda como la soñé. Lo han vestido adecuadamente para mí, con un traje negro de solapa y estilo zansvriko. Le queda exquisito. De a poco, la taza regresa a la mesa. Salvatore se incorpora para recibirme. Mikael cierra la puerta por la que accedí y se une a los vampiros cuyas figuras se mueven como fantasmas por todos los vitrales.

Herencia Roja  | Libro 13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora