Damara León
Aris Delyam. Primogénito de Zethee. Zrlaj bienaventurado. Parido por zrasny, y no por flor. Honrado desde su nacimiento. Al que todos los vampiros debían hacerle reverencia. Señor de Montemagno. Quién representaría la gloria de la sociedad zansvrika durante siglos. Heredero al trono y corona. Sucesor de la más alta línea de reyes. Su lugar en la casa del sol debía ser junto a su padre para aprender de él todo lo necesario para gobernar, muy lejos de eso, estaba encerrado en las cavernas subterráneas del calabozo.
Espesa neblina rebosaba todo el ambiente cuando fui a visitarlo. La ruta parecía un laberinto, su celda era la más profunda. No había ningún tipo de iluminación, no habría podido avanzar de no ser por la visión que me permitía apreciar la oscuridad de un modo diferente.
Traje a Dakota conmigo porque Aris merecía la piedad de conocer a su hermana. Con ella en la canastilla me planté frente a los tres vampiros del ejército zansvriko que custodiaban a Adrián esa noche.
—Zrasny... me hicieron reverencia.
—Quiero hablar a solas con mi hijo.
Asintieron, echaron a andar alejándose de los barrotes.
—Pero quiero entrar —aclaré, obligándolos a detener el paso.
El silencio se hizo durante algunos segundos.
—¿Con la krasny?
—Nadie en el mundo la defendería mejor que yo.
—No podemos abrir las rejas.
—Se los pido por cortesía, no necesito la llave. Pero creo que será menos problemático para todos si simplemente me la dan.
Silencio de nuevo, los tres intercambiaron miradas.
—Si a la zrasny no le importa permanecer del otro lado por lo que dure su visita, podría quedarse dentro mientras le brindamos la privacidad que exige.
Señalé la cerradura con mi mentón, pestañeando suavemente. La puerta de hierro negro chirrió al desplegarse, generando eco en los laberintos de la caverna. En cuánto pasé volvieron a cerrarla tras de mí. Esperé a que las pisadas de los soldados desaparecieran antes de yo reanudar las mías.
Me adentré entre las estalactitas y estalagmitas que llenaban gran parte de la cueva. Más allá, en las entrañas, un conjunto de escalones de piedra conducía a una cúpula de grandes dimensiones, natural, hecha de rocas. El efluvio de Aris provenía de allí, mezclándose con el de sangre y cuerpos humanos. Lejanos sonidos silbantes se propagaban en manifestación a las corrientes de aire que se filtraban por los caminos de la gruta.
—¿Damara?
Su voz llamándome por mi nombre anticipó su proximidad. Fui a su encuentro. Ahora que le había crecido la barba se parecía aún más a Daniel, de no ser por sus ojos grises parecerían hermanos contemporáneos.
—¡Madre! —demostró alegría por verme, su atención se dirigió de inmediato a mi hija. Se acercó a las dos.
No estaba encadenado, tenía libertad de moverse.
—Huele como nosotros —comentó metiendo las manos en la canastilla para apartar las mantas que la protegían del frío —¿Es hembra? —frunció el ceño.
—Sí, se llama Dakota.
—¿Y su nombre real? —preguntó manteniendo la seriedad recién adoptada.
—Dazha Zarém.
La cargó en alto sin ocultar su admiración por los atributos de su rostro, los mismos que me sorprendieron a mí cuando la vi por vez primera. Pero entonces las pupilas de Aris se expandieron, endureció las mejillas, y separó los labios.
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Herencia Roja | Libro 13
VampiriContinuación cronológica de Reverdecer Vampírico - Saga Crónicas Zansvrikas ♥ Sinopsis: La dinastía León se fortalece. Un nuevo comienzo emerge de las ruinas, soplan vientos buenos de transformación. Sombras del pasado regresan como peligrosas amena...