The lightning huntress (Barry Allen)

Capitulo 92

Barry me despertó en la mañana con un beso y sonreí.

—¿Qué pasa?

—Hoy es tu despedida de soltera

—¿Mi qué?

—Despedida de soltera —repitió Barry

—Si te escuché bien la primera vez.

—Caitlin organizó una pequeña salida para tí, irá Felicity...

—¿La novia de Oliver?

—Si, también Cecile y Iris...—confesó

—Por los dioses, esto no puede ser peor.

—Por favor

Negué con la cabeza y me tapé la cara con la almohada.

—Voy a tener que convencerte, de alguna manera.

—¿Vas a hacer tu cara de perrito aplastado? —pregunté

—Mi cara de...¿Perrito?

—Si, y no funcionará esta vez.

—¿Y si te digo que lavaré los platos toda la semana?

—Igual encontraría una forma de que lo hicieras —sonreí

—Helena...

—Para empezar esa es una tradición absurda, es para darle una especie de "luto" a tu vida de soltero, y yo no tengo problemas con ello.

—¿Por favor?

Suspiré.

—Haré lo que pueda —admití

—Gracias, yo estaré con Joe, Cisco y Harry en la casa de Joe.

—Espero que nada de chicas

—Amor, solo tengo ojos para tí

—Eso dicen todos —me quejé

Rodó los ojos.

—Bien, bien. Ahora, déjame dormir.

Me quedé dormida nuevamente y me desperté un par de horas después, o eso creí. Barry ya no estaba y el sol comenzaba a ponerse.

Me arreglé un poco y llegué al lugar que Caitlin me había indicado.

Bajé del auto y entré al restaurante. Las ubiqué luego de un par de minutos. Un hombre estaba frente a ellas y lo miraban confundidas.

—¿Enserio contrataron a un stripper? —pregunté acercándome un poco más

—Amiga, te gustan muy extraños —dijo Felicity.

—¿Qué? Yo no fuí

—Amunet te llama —dijo el hombre y miró a Caitlin

—Amunet —repetí en voz baja

—Caitlin, ¿Lo conoces?

Ella negó ligeramente.

—Debes venir conmigo —le exigió el hombre vestido de cuero

—No iré a ningún lado contigo —se negó Caitlin

—Dime que esto es parte del acto —pidió Cecile

—Si, lo es. ¡Quítate los pantalones! —le exigió Felicity

—O mejor no —murmuré

El hombre se inclinó ligeramente sobre la mesa y uno de sus ojos saltó hacía la copa de vino.

—Ay, Dios. Creo que voy a vomitar —dije sujetando mi estómago

—¡Que asco! Dije los pantalones no el ojo