Cap 5

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—No entiendo—niego—. Simón siempre fue un hombre bueno, ¿por qué tratarlo de esa forma? ¿Por qué él lo permitió?

Christopher acaricia mi espalda, manteniéndome pegada a su costado mientras caminamos por el parque.

—Supongo que quería algo... distinto a ti, qué se yo—se encoge de hombros—. Cuando volví ellos ya estaban comprometidos.

—¿Por qué está tan normalizado que los hombres deban soportar malos tratos de las mujeres?—resoplo—. No está bien en ningún maldito caso, y es obvio que Luisa no es alguien para pareja. El trato que le dió a Simón roza lo abusivo, es... incluso peor que el de Bratt.

Se tensa ante la mención del rubio.

Bratt fue mi amigo durante muchos años, pero con el pasar del tiempo comenzamos a tener diferencias y... al notar sus "exigencias" hacia sus parejas decidí que no quería a alguien así cerca de mi.

Lo respeto, es una persona que en su momento aprecié. Pero eso es todo.

—Sabes como es Simón, siempre buscando ver lo mejor de las personas—dice—. Les gustan las de carácter fuerte.

—Una cosa es tener un carácter fuerte y otra cosa es ser una bruja abusiva—mascullo—. Intentó alejarlo de su hija, le fue infiel para "pagarle con la misma moneda", quemó sus cosas, lo echó de casa, despreció a su familia y todavía tuvo el cinismo de luchar para no darle el divorcio. ¡Eso es una mierda!

—¿Y por qué eso te molesta?—cuestiona—. Ustedes ya no son nada.

—¡Porque es mi amigo!—me sobresalto—. No es justo, él siempre fue... bueno y amoroso y... tan comprensivo. No merece ese trato.

—¿Tu amigo?—enarca una ceja y ruedo los ojos—. Con Patrick puedes parlotear, evitar e ignorar. Pero a mi no me mientes, así que te doy la oportunidad de decirme la verdad.

—¿Qué verdad?—frunzo el ceño—. Simón es mi ex, mi amigo, también el tuyo. Y ustedes parecen querer una respuesta que no existe.

—Se casaron en el mismo año—me recuerda y ruedo los ojos—. Te casaste un mes después de enterarte de la fecha de su boda, Sisie...

—No, no se relaciona—niego—. Es pura casualidad, yo... cometí un error al casarme, pero no estuvo relacionado con Simón.

Es la verdad. Sí, sabía del compromiso de Simón cuando me casé, pero tomé la decisión de casarme con Tristan porque creí que lo amaba. El buen sexo me cegó.

—¿Si? ¿Y que pasa ahora que se volvieron a ver?—cuestiona—. ¿No quieres...?

—Para—niego—. No me metas ideas en la cabeza. No hagas eso.

—No es lo que intento...—suspira—. Pero, Sisie, dime que en el fondo no quieres a Simón—me toma de los brazos, obligándome a verlo a los ojos—. Dime que no cierras los ojos y lo imaginas...—frunce el ceño— haciendo lo que sea, no quiero saber qué, pero sabes a lo que me refiero.

—¿Me preguntas a mi o a ti mismo?—enarco una ceja—. ¿Es lo que deseas tú? ¿Quieres a Rachel... de una forma seria?

Me suelta, reanudando el paso, y respiro profundo antes de trotar para alcanzarlo.

»Ambos sabemos que de los dos yo soy la mejor con las relaciones—me burlo—. Dime si es lo que quieres y te ayudo, Christopher, sabes que lo haré de una u otra forma.

Christopher no suele aceptar ayuda, es cabeza dura, pero siempre acepta la mía y es lo que más me causa alivio.

—Es lo que es, y si la deseo o no... no cambia nada.

—Cambiaría si no te complicaras—tomo su brazo—. ¿No deseas simplemente dejar que todo sea fácil por una vez?. Maldita sea, sé sincero con ella, cásense o lo que sea, y vive tu vida sin estar constantemente luchando.

—Luchar es parte de nosotros.

—De nuestro trabajo—lo corrijo—. Ser ministro te dará estabilidad, y ambos sabemos que Gema no es la esposa que quieres. Toma a la que quieres.

—No puedo tener una esposa que piense en todos excepto en mi—alega—. Siempre hay algo más.

—Reorganícense—me encojo de hombros—. Cuando tienes pareja, las prioridades cambian. Y no digo que el resto no sean importantes, pero en una relación la prioridad es tu pareja.

—Es complicado, Sisie, no intentes arreglar lo que no tiene arreglo—toma mi mano y tira de mi de nuevo—. Y quiero un helado, ¿tú quieres un helado?

—Siempre voy a intentar arreglarlo si se trata de ti—le recuerdo y besa mi frente—. Te amo.

—Yo también a ti, Sisie.

***

—¡Si! ¡Si, Rosie!—anima Marissa y río, moviéndome al ritmo de la música—. ¡Eso es, cariño! ¡Que sexy!

Tira de mi mano, obligándome a dar una vuelta mientras recuesta su cuerpo al mío, llevando sus manos a mi cintura mientras ambas nos movemos, disfrutando de la sensación de euforia al igual que el resto de las personas en el club.

Sus manos se deslizan por mis costados hasta mis caderas, haciéndome reír antes de darme la vuelta, pegándome a su cuerpo mientras sigo bailando.

Mi piel se eriza cuando siento un beso en mi hombro, subiendo por mi cuello, haciéndome cerrar los ojos cuando un cosquilleo sube por mi columna.

—Tenemos espectadores—murmura y abro los ojos para ver a Nate mirar desde uno de los sofás. «Bueno verlo de nuevo»

—Que disfrute de la vista—giro mi rostro en dirección a Marissa, uniendo nuestros labios en un beso

Ella abre sus labios, permitiéndome acariciar su lengua, disfrutando del pequeño gemido que ahogo en nuestros labios.

—Vamos arriba—pide y río, tomando su mano antes de encaminarnos a las escaleras que llevan a las habitaciones

Tomo una de las habitaciones de Nate, sabiendo que no le importará que la tenga durante un rato, antes de tirar de la mano de Marissa, atrayéndola a mi cuerpo para unir nuestros labios de nuevo, llevándonos hasta la cama.

—Bueno, afianzando la amistad—se burla y río, inclinándome a besar su cuello—. Mmm, si yo fuera ese capitán tuyo jamás te hubiera soltado.

—Claro, señorita "no creo en el amor"—ruedo los ojos y ella ríe mientras desciendo por su cuerpo, tomando el ruedo de su vestido y subiéndolo hasta sus caderas

—No creo en el amor cuando se trata de mi, no del resto—se encoge de hombros—. Oh... mierda—se arquea cuando paso mi lengua entre sus pliegues

Abro más sus piernas, llevando una de mis manos entre mis piernas mientras muevo mi lengua alrededor de su clítoris...

—Señoritas—la voz de Nate me hace rodar los ojos—. ¿Se permite uno más?

Le guiño un ojo a Marissa, dejando la decisión en sus manos.

—Con gusto—sonríe, lamiéndose los labios, y me levanto para darle la cara a Nate

Intenta acercarse a mis labios, pero río volteando mi rostro.

»Bueno, algunas cosas no cambian, conejita—acaricia mi cabello

—No, no lo hacen—acaricio su pecho—. ¿Tienes condones?

—Los que necesites—ríe y ruedo los ojos, enganchando mis dedos en su hebilla, tirando de él hasta sentarlo en la cama

—Ya sabes qué hacer—tomo la mano de Marissa, comenzando a tirar de los nudos que sujetan su vestido

—Si que sabes divertirte—gime cuando comienzo a dejar besos en sus clavículas—. Deberíamos salir más a menudo.

—Claro—le guiño un ojo

First and Only Love [Simón Miller]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora