Cap 16

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—Dios, estos hombres son un disfrute para la vista—Marissa se baja las gafas cuando nos acercamos al campo de entrenamiento

—Deja de babear—me burlo y ella rueda los ojos—. Estamos aquí con un objetivo, ayudar y contribuir a lo que ya tienen.

—O sea que tú puedes follarte a tu capitán y yo ni siquiera a un soldado—hace un puchero que me hace resoplar

—No me estoy follando a mi capitán—aclaro—. Y no digo que no puedas follarte a quien quieras, pero disimula un poco que estás mojando el piso con tu baba.

—Creí que dirías que lo hago con otra cosa—pasa su brazo sobre mis hombros y acerca sus labios a mi oído—. Y vaya que estoy mojada de pensar follar con alguna delicia.

—¿Intentas coquetearme? Porque no funciona—enarco una ceja

—Cierto, te gustan más los de acento griego—suspira de falsa forma lastimera—. ¿Vas a presentármelo? Quiero conocer al hombre que logró enamorar a Rosalie Morgan.

—Bueno, conocías a Tristan—bromeo y me lanza una mala mirada—. ¿Qué? Era mi esposo.

—No me jodas, era un imbécil que te cegó con buen sexo, no lo amabas.

—Quizás.

—Y quizás este capitán tuyo no solo te cegue con buen sexo, sino que también te ame.

—Lo hago—la voz de Simón nos sobresalta y siento mis mejillas calentarse cuando se acerca y rodea mi cintura con su brazo para acercarme a su pecho—. Buenos días.

—Buenos días—muerdo mi labio para contener mi sonrisa—. ¿Qué haces aquí? Creí que estabas de permiso.

—Tengo una reunión con Gauna—mira alrededor antes de inclinarse y robarme un beso—. ¿Te veo más tarde? Peyton está con su madre esta semana.

Asiento.

—Si, cuando salga de trabajar—limpio una pelusa de su uniforme antes de dar un paso atrás y evitar que nos sancionen por las muestras de afecto no permitidas—. Vete, no necesito que te sancionen.

—Valdría la pena—sonríe y vuelve a robarme un beso—. Adiós.

—Eres un atrevido—lo golpeo suavemente y él ríe mientras se aleja—. ¡Espero que me cocines algo bueno!

—¡Como en los viejos tiempos, preciosa!—me guiña un ojo y sonrío negando mientras lo veo alejarse con una enorme sonrisa y saludando a los soldados que me lanzan miradas curiosas

—Dios, son como un par de adolescentes—Marissa pincha mi estomago con su dedo—. Mírate, es la primera vez que te veo sonrojarte.

—Cállate.

***

—Bueno, habría sido un buen aviso que debía traer traje de baño—cierro la puerta del jardín y veo a Simón darse la vuelta desde donde está, sentado en una de las tumbonas sin camisa y con lentes de sol

Dios.

Simón no solo es carismático, es exquisito de ver. Ese abdomen con un paquete de seis, bronceado, con músculos bien definidos y mucho más grande que yo en todos los aspectos.

Además, los lentes de sol me hacen sonreír, puesto que siento que veo al Simón coqueto de antes.

Y la sonrisa se me borra cuando recuerdo que el Simón coqueto de antes se follaba una chica diferente cada día y las dejaba llorando de camino a casa. O lloraban o lo odiaban. Nunca había punto intermedio.

Y no solo él. Patrick, Bratt, incluso Parker. Todos eran así. Perdí la cuenta de cuantas veces he visto a esos hombres desnudos saliendo de alguna habitación del antiguo departamento de mi hermano.

Vuelvo a concentrarme en la delicia que tengo delante, que se quita los lentes de sol mientras me sonríe, dejándome ver sus ojos de azul oscuro y sus hoyuelos encantadores. «Es la jodida mezcla perfecta. Buen físico, buena personalidad y folla... joder»

—Deja de comerme con la mirada—se burla cuando llego hasta él y bufo sentándome en la tumbona junto a la suya

—Te das mucho crédito. Quizás pensaba en algún ligue anterior mientras caminaba hacia aquí.

Su expresión se oscurece, se sienta en la tumbona y se inclina para tirar se mi muñeca, haciéndome tropezar hacia adelante hasta caer en su regazo.

Su mano de inmediato rodea mi cuello y me obliga a encararlo. Siento que las bragas se me empapan cuando veo sus ojos oscurecidos y noto la forma agitada en la que respira.

—¿Si?—cuestiona y muerdo mi labio—. ¿En alguno de esos ligues que más de una vez gemiste que no te follaban como lo hacía yo?—su brazo rodea mi cintura y si antes estaba empapada ahora temo que la humedad pueda traspasar la dela de mis pantalones

—Quizás lo dije para aumentarte el ego—me burlo, inclinándome para morder su labio, arrancándole un gruñido mientras su mano se aprieta en mi cuello—. Recuerdas demasiado bien lo que te dije, Simón, ¿no lo has podido olvidar?

—No, Rosalie—me mira a los ojos y juro que me quedo sin aliento—. No te he olvidado a ti—besa mi barbilla—, ni como gemías cuando te follaba—un beso en el cuello que me hace jadear—, ni como reaccionaba tu cuerpo cuando estás excitada.

Entonces su mano en mi cintura tira de mi mas cerca de él y jadeo cuando siento su polla presionarse debajo de mi.

Por eso me encanta este hombre. Puede ser tan dulce que empalaga y al mismo tiempo puede ser intenso, posesivo y rudo.

—Pues a mi no se me olvida que eres demasiado bueno con las palabras—una de mis manos va a su cabello, meto mis dedos en sus hebras y tiro suavemente obligándolo a levantar el rostro—. La práctica hace al maestro, ¿no?

—¿Quieres hablar de ligues?—su voz se vuelve baja, amenazante—. Hablemos de los tuyos. Esos a los que tuve que poner en su lugar más de una vez porque no me respetaban.

Sonrío fascinada.

Porque si. Simón es bueno, dulce, pero es celoso. Llegó a golpear a cuatro o cinco de los chicos con los que salí. Incluso un par de veces antes de salir con él.

Era celoso aún siendo mi amigo.

—Si, hablemos de como me follabas en tu auto después de hacerlo—beso la esquina de sus labios escuchándolo suspirar—. ¿Lo recuerdas? Me follabas hasta que te suplicaba que no más porque mi cuerpo no podía con el placer.

Si quiere provocarme, dos pueden jugar.

—Lo recuerdo—su mano abandona mi cuello y ambas van a mis nalgas para apretarlas—. Lo recuerdo demasiado bien.

—Bueno, hermano, te aseguro que no era esto lo que quería ver—la voz de Patrick nos sobresalta y miro sobre mi hombro para verlo entrar al jardín con una enorme sonrisa—. Y a Christopher, quien se está estacionado, tampoco.

—Malditos sean ustedes dos—mascullo antes de bajarme del regazo de Simón, que le lanza una mirada a Patrick que lo hace levantar las manos en rendición

—Tranquilo, culpa a Christopher por ello—se excusa—. Recibió información y cuando supo que Rosie estaba aquí decidió matar dos pajaritos de un tiro.

—Espero que la mierda sea de vida o muerte—sisea Simón y río extendiendo mi mano para acariciar su cabello, lo que lo hace relajarse con un suspiro—. Eso no es justo.

—La vida no es justa, y no quiero que mates a mi hermano—beso su mejilla y apoyo mi barbilla en su hombro—. Ven a casa conmigo más tarde. Nadie nos interrumpirá ahí.

—Si me dejas cocinar la cena—condiciona y río

—Por supuesto.

First and Only Love [Simón Miller]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora