Cap 51

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—¿Están bien?—Andrew Bernard, el general de la central Parisina, se acerca a nosotros cuando bajamos de la camioneta.

Simón camina a mi lado con Peyton en sus brazos, que llora probablemente porque ya es su hora de comer.

—Lo estamos. Infórmenme de la situación—exijo sin importarme el cargo, porque la principal afectada soy yo y, general o no, voy a tomar las riendas del asunto.

—Mis hombres esperan en la sala de reuniones, donde estamos en videollamada con el ministro, para ponerla al tanto, Capitana—informa y asiento.

El camino aquí estuvo lleno de patrullas custodiando y calles cerradas. Prácticamente como si fuéramos la realeza.

Bueno, teniendo en cuenta como funciona el poder, somos la realeza. Al ser Alex el ministro, es la máxima autoridad en el mundo; estamos sobre cualquier ente y familia real sin importar qué país sea. Así que, técnicamente, si somos la realeza.

—Buenos días—saludo cuando entramos a la oficina.

Todos los hombres se levantan y se paran firmes ante mi a pesar de tener rangos mayores. Porque, por mucho que sean rangos más altos que el mío, son las medallas de condecoración las que más cuentan y yo tengo tantas como un general con años de experiencia, lo que me deja por encima de todos en cuestión de poder y respeto.

»Pónganme al tanto—ordeno, adentrándome para tomar lugar a la cabeza de la mesa con Simón parado junto a mi con la pequeña Peyton en sus brazos tomando su biberón.

—El ataque fue orquestado por los Halcones negros, Antoni Mascherano de alguna manera se comunicó con Ali Mahala—dice uno de ellos—. El capitán Linguini desde Londres intenta recobrar esa información, debido a que nuestro sistema tuvo un intento de hackeo al mismo momento del ataque.

Respiro profundo, imaginándome el montón de trabajo que nuestro equipo de tecnología debe tener encima en este momento.

El intento de Hackeo debió ser parte de una distracción, puesto que es más que conocido que Patrick creó un sistema de seguridad único para la FEMF que se ha ido perfeccionando a lo largo de los años y es impenetrable.

—Su hermano está a salvo, el ataque no pasó de más que una distracción—sigue otro—. Está furioso, cabezas comienzan a rodar en busca del culpable de la situación. No es cualquier mafioso en fuga, es nuestro blanco mayor, es el hombre que perseguimos durante años y que capturamos gracias al Coronel Morgan.

—Esta situación solo nos alentará a hacer una profunda depuración en nuestras filas—los miro a todos—. ¿Informe de sus tropas?

—Cinco tropas, las mejores que tenemos, están listas y disponibles para usted, capitana—dice el General—. Solo díganos cuál es su plan y nosotros lo seguiremos. En este momento, la central parisina está bajo su mando.

Peyton comienza a quejarse en los brazos de Simón, llamando la atención de todos los presentes. Yo la miro, y mis ojos se encuentran con los de ella antes de que yo me acerque y la tome entre mis brazos.

Tomo el pañuelo de tela para ponerlo sobre mi hombro y recuesto su cabeza en este, comenzando a dar suaves palmaditas en su espalda bajo los parpadeos sorprendidos de los altos mandos Franceses aquí presentes.

—Muchas, gracias, General—sigo con tranquilidad—. Quiero que todos los soldados de la central estén alertas, necesito que su mejor Hacker se ponga en contacto con Londres para conseguir el paradero de Ali Mahala o Antoni Mascherano y entonces iremos con todo contra la pirámide. Les dimos demasiado espacio, es hora de acabar con esto.

—Por supuesto. —El General asiente antes de llevarse el celular al oído.

—Quiero a nuestros vigilantes al pendiente de radares terrestres y aéreos. —Ordeno—. Todos los paquetes entrantes deben pasar por anti bombas primero.

Debemos estar alertas a cualquier tipo de ataque. Conmigo bajo la mira de Antoni y él fuera, la pirámide ha recobrado su confianza. Estoy segura de que en este momento se sienten invencibles.

Antoni Mascherano no es invencible. Simplemente no se ha topado con una fuerza suficientemente grande que lo derribe.

Christopher es fuerte, pero conmigo a su lado tiene más posibilidades de cualquier cosa. Si bien ambos somos buenos soldados individualmente, también hacemos el equipo más peligroso de la FEMF.

Antoni Mascherano.
Paris, Francia.

—¿Dónde está?—pregunto en dirección a Ali cuando entra a mi oficina.

Sigo abrochándome la camisa después de haberme duchado y cambiado. «La vida en la cárcel no es simple por muchos beneficios que conceda el dinero. Comodidad y libertad son comodidad y libertad sin importar dónde los pongan»

—Querrá ver esto, señor. —Ali me entrega una tablet, y sonrío sabiendo a la perfección que es lo que veré.

No necesito ser adivino para saber que la pequeña Morgan ha luchado con uñas y dientes y por eso no la tengo frente a mi en este momento.

Rosalie Morgan es una fuerza a tener en cuenta. Su físico es perfecto en todos los sentidos, es como la personificación de lo que es una mujer con una belleza irreal. Como ver a Afrodita en carne y hueso.

Ella desprende sensualidad, fuerza, ferocidad y al mismo tiempo esa feminidad atrayente para todos los que la rodean. Pero detrás de ese físico, se esconde la mujer más fuerte y mortífera que he visto en mi vida.

Lo oculta muy bien con esas sonrisas practicadas y esa dureza que parece ser simplemente herencia familiar. Pero ella es una asesina por naturaleza; una vez empieza a derramar sangre, no quiere parar. Es un arma mayor que una bomba nuclear.

Y la quiero.

Y la tendré.

—Pues bien, ya que no me la trajeron a ella...—Suspiro, entregándole la tablet de regreso a Ali—. Entonces hagamos que ella venga a mi.

Ella es mortífera, es preciosa. Pero tiene un talón de aquiles, y es fácil atraparlos a ellos. Mucho más que a ella.

Así que, la mejor idea es que ella venga a mi por su propio pie. «Porque no estoy jugando, y si necesito asesinar a medio mundo para orillarla a venir a mi, lo haré con gusto»

No quiero verla llorar ni sangrar, quiero verla servirme. Quiero verla arrodillarse ante un poder mayor que el suyo. Y lo voy a obtener cueste lo que cueste.

—Dejen que rastreen nuestra ubicación y vayamos al búnker—ordeno—. Ellos vendrán aquí y los encerraremos dentro acabando con ellos de golpe para obtener lo que quiero.

—Haré que algunos hombres despejen el lugar para servirnos como refuerzos—dice Ali—. Podemos plantar bombas de gas por toda la casa, los dormirán a todos.

—Perfecto. —Sonrío.

«Muy bien. Es hora de que la pirámide sea la fuerza más grande del mundo»

First and Only Love [Simón Miller]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora