Cap 28

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—¿Rico?—me burlo de Simón cuando termina con la comida y él asiente dándome una sonrisa de boca cerrada con esta misma llena de comida que le infla las mejillas.

Me carcajeo y pongo los platos en el fregadero, sintiendo que el estrés y mal humor que tenía hace un par de horas ha desaparecido por completo.

Culpo a Christopher y todo el maldito papeleo que hay que hacer para la campaña por mi mal humor. Pero con la llegada de Simón fue mejor.

Siempre me hace sentir bien su presencia, con un pequeño roce el logra transmitirme su apoyo y comprensión de forma inimaginable.

Reece decía que era una conexión poco común, que adoraba eso de nosotros. «Yo también, sinceramente»

—Te volviste una gran chef—siento sus manos deslizarse por mi cintura antes de que deje un beso en mi hombro—. ¿Qué tal el trabajo?

—¿Qué tal si pasamos un día tranquilo donde no maldiga a mi hermano por postularse a ministro?—le ofrezco una sonrisa cuando lo miro sobre el hombro y él asiente

—Me parece justo, pero sabes que puedes decirme lo que sea—besa mis labios suavemente—. Lo sabes, ¿cierto, preciosa?

—Lo sé, mi amor—me doy la vuelta y rodeo su cuello con mis brazos—. ¿Quieres hablar tú sobre Peyton? ¿O su madre?

Luisa es... joder, una situación complicada. Y si Peyton no estuviera en medio hace mucho me habría enojado con Simón por tomar acciones contra ella, pero entiendo que esa es la madre de su hija y yo... no voy a meterme en eso.

No a menos que Simón quiera. Y lo que hace por ahora pidiendo esa evaluación psicológica me parece correcto.

Ojalá hubieran evaluado a nuestros padres para saber si estaban aptos psicológicamente para cuidarnos. Nos habría ahorrado tanto sufrimiento.

—No, sin duda no quiero hablar de esa mujer—resopla y se inclina, haciéndome jadear sorprendida cuando me carga y me deja sobre la encimera—. Quiero que me ayudes a elegir una casa.

Levanto las cejas.

—Vaya, gran paso—me burlo, acariciando su nuca con mis uñas—. ¿A dónde quieres mudarte?

—¿Qué tal... esta zona?—propone y sonrío—. Hay un parque cerca, es una residencia bastante familiar y tranquila.

—Bueno, en el edificio de enfrente hay un hermoso Penthouse—me encojo de hombros—. Es un poco... costoso.

Frunce el ceño.

—¿Disculpa? ¿Me dices tacaño?

Río negando.

—No, mi amor—dejo un casto beso en sus labios—. Digo que el rango de precios es bastante alto por la cantidad de demanda para vivir aquí. Sé que no eres tacaño, y sé que ganas millones al año, Simón.

—Gano lo suficiente para pagar los caprichos de mi hija... y mi novia—me mira a los ojos y enarco una ceja—. Si es que quieres volver a serlo—sus manos se deslizan hacia mi trasero y me acerca a la orilla casi pegando nuestros pechos—. Yo quiero que seas mi novia, ¿tú que me dices, preciosa?

—Mmm, creo que tengo que pensarlo—rozo nuestros labios—. Es que escuché por ahí que a usted no le gustan los títulos, capitán.

Sonríe al recordar lo que le dije hace años.

—No necesito de títulos para ser tuyo o para que tú seas mía—una de sus manos toma todo mi cabello en su puño y tira para que levante la cabeza dándole mejor acceso—. Sin embargo, a ti te fascinan los títulos y puedo ser lo que gustes.

First and Only Love [Simón Miller]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora