First and Only Love [Simón Miller]

Cap 33

—Okey, vístete—río cuando me bajo de la encimera del lavamanos.

Simón lanza la toalla con la que me limpió a la basura y comienza a abrocharse los pantalones mientras yo reviso mi aspecto en el espejo.

—¿Qué te parece si vemos algo más tarde?—besa mi mejilla luego de ponerse su camiseta—. Pasaremos por Peyton con la niñera y... podemos cenar en alguna pizzería esta noche.

—¿Cómo lo llevas?—me doy la vuelta y llevo mis manos a sus hombros, apretando suavemente—. Sé que no debe ser fácil comenzar a trabajar con una bebé tan pequeña en casa. Deberías pedir más tiempo, quizás tomar las vacaciones acumuladas.

—Lo sé, pero ayudaré con la Yakuza primero—aparta algunos mechones de mi rostro—. No hay forma de que me aparte de esta misión, no voy a dejar que tú y tu hermano se encarguen solos.

Respiro profundo, bajando mis manos por su pecho hasta llegar a su abdomen e inclinarme a besar sus labios.

—No hay forma de que te deje involucrarte en esto—niego y rueda los ojos rodeando mi cintura con sus brazos—. Tienes una hija, Simón, y no voy a dejar que te pongas como escudo para mi. Yo puedo protegerme, Peyton no.

—No hay forma de que te deje sola en esto, Rosalie—determina—. No me importa si eres capaz de protegerte, si eres el maldito terminator. Eres mi novia, mi mujer, y no existe forma en la que no intente protegerte.

—Simón...

—Rosie—toma mi rostro entre sus manos y apoya su frente en la mía—. No me hagas esto, no es una maldita discusión. Voy a involucrarme en esto y en cualquier cosa que tenga que ver por tu seguridad—me sube sobre la encimera de nuevo para que quedemos a la misma altura.

Besa mi frente y luego mis labios, haciéndome suspirar complacida cuando muerde suavemente mi labio inferior y me sonríe.

—Sé lo que haces—me quejo y ríe—. Es muy arriesgado, Simón. Si algo te pasa por mi culpa yo no...

—Mírame, preciosa—levanta mi barbilla con sus dedos para que lo mire a los ojos—. Soy yo quien va a morir si algo te llegara a pasar y yo no hubiera hecho nada para evitarlo—respira profundo—. Tú mueres sin mi y yo sin ti, así que déjame hacer esto—besa mis labios—. Por favor.

—Te amo demasiado para mi propio bien—apoyo mi barbilla en su pecho y sonrío cuando acaricia mi cabello, mirándome como lo hacía antes. Como si me venerara, como si fuera una diosa a la que adora—. Iremos los dos, a lo que sea. Nunca solo tú y nunca solo yo. Ambos. Yo te cuido y tú me cuidas.

—Hecho—une nuestros labios, haciéndome gemir cuando se presiona contra mi intimidad sensible—. Uno más antes de ir a esa reunión, ¿qué te parece?

—Una maravillosa idea.

***

—¿No debería hacer eso tu asistente?—cuestiona Christopher cuando respondo correos sentada a su lado en la oficina.

—Mi asistente llega tarde, la niñera de sus gemelos le canceló a última hora—me encojo de hombros—. Ha sido duro para ella y no pienso presionarla más.

—¿Vida dura?—resopla—. Vidas duras las nuestras, tenemos que asesinar y arriesgar nuestras vidas. La vida de una asistente no es dura.

¿Puede haber un comentario más privilegiado que el que acaba de salir de sus labios?

—La de cualquiera que tenga que tolerarte, seguro que si—lo miro—. ¿A qué se debe tu mal humor, hermano?

—Deja de llamarme hermano, me llamas así cuándo estas enojada—suelta su tablet y me mira—. ¿Por qué diablos estás enojada?