Cap 37

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—Joder—me quejo, recostándome contra la pared del baño después de vaciar mi estómago en el inodoro.

La maldita droga en el trago, una nueva droga callejera usada por las prostitutas para "rendir" mejor en su trabajo y aumentar el deseo sexual, ha causado tanto maldito dolor en mi cuerpo que me ha hecho vomitar y sudar frío.

El dolor pasa progresivamente, tengo un suero conectado para asegurarse de que mi cuerpo permanezca hidratado y también el medicamento que los doctores recetaron para sacar esa mierda de mi organismo.

Y con doctores me refiero a mi ginecóloga y a Reece. «Creo que la peor vergüenza de mi vida ha sido tener que explicarle a mi tío que mi libido estaba tan alto que el dolor era un maldito infierno»

—Oye, ten—Simón se agacha a mi lado y pone el pico de una botella de agua fría contra mis labios, haciéndome gemir agradecida cuando el primer trago frío pasa por mi garganta—. ¿Cómo te sientes?—aparta algunos mechones de cabello de mi rostro.

—Débil—recuesto mi cabeza en su hombro, dejando que me dé de tomar agua de la botella—. Mi estómago está revuelto, mis manos tiemblan. Odio esto.

—Lo siento mucho, preciosa—besa mi sien—. ¿Quieres que te cuide esta noche? Corinna cuidará a Peyton.

—No es necesario...

—Déjame reformular—me interrumpe—. Voy a cuidarte esta noche. Mi hermana cuidará a Peyton y pasaremos el día juntos mañana, quizás esa dulce niña te haga sentir incluso mejor que yo—besa mi mejilla y yo río.

—Te besaría, pero acabo de vomitar—río—. ¿Quieres hablar de lo que pasó en el club, Simón? Sé que no es usual para ti.

—No, no lo es—tira de mi para alejarme de la pared y se desliza detrás de mi antes de jalarme suavemente para que me recueste contra su pecho, sonrío encantada—. No sé como decirlo, preciosa. Sentí tanta... rabia. Vi malditamente rojo en el momento en que entré y vi lo que pasaba—acaricia mi mejilla, justo sobre el moretón que dejó Lee por la bofetada—. Y cuando veo tus moretones solo me siento mucho mejor por haberle hecho eso. Se merecía que le cortara las malditas manos, pero por ahora me conformo con haberlo matado.

—¿Quién eres y qué hiciste con mi Simón?—me burlo—. Creí que eras pacifista, ya sabes.

—Pacifista de vez en cuando, no cuando hieren a los que amo—besa mi hombro—. Haría lo mismo diez veces más si se trata de ti o de Peyton, Rosalie. Y necesito que entiendas que, aunque me muestro ajeno a los conflictos y la sangre, soy capaz de sobreponerme a cualquier oponente que se me enfrente.

Lo sé. Conozco las capacidades de Simón, pero lo que vi hace unas horas fue... en verdad sorprendente. Fue agresivo, mucho más de lo que hubiera visto antes.

—Has cambiado—murmuro y él asiente—. Antes no te habría imaginado tan... agresivo. Pero conozco lo que eres capaz, Simón, no creas que no.

—Sé que me conoces, preciosa—besa mi sien—. También sé que recuerdas vívidamente mi etapa universitaria, no mi etapa de soldado y capitán. La FEMF te obliga a ser duro, Rosie. Solo que yo prefiero no mostrarlo, ser una sorpresa para el oponente.

—Ya veo...—respiro profundo cuando las náuseas vuelven, y no tardo nada en acercarme al inodoro y vomitar de nuevo.

Simón aparta el cabello de mi rostro y acaricia suavemente mi espalda mientras yo vacío lo poco que me queda en mi estómago sintiendo que la garganta me arde.

»Odio esto—me quejo, tomando la botella de agua para tomar un trago mientras Simón sigue acariciando mi espalda.

—Pasará, respira un poco—dice y cierro los ojos respirando profundo.

***

—Veo que te sientes mejor—Simón sube a la cama conmigo y río, asintiendo mientras como de mi helado—. Dame un poco.

Tomo un poco de helado y acerco la cuchara a sus labios, viéndolo tomar antes de acercarse y unir nuestros labios.

Mi risa es ahogada por sus labios y gimo cuando su lengua se abre paso en mi boca, fría y con sabor a helado de fresas con chocolate.

Hace apenas unas horas que vinimos a mi departamento, los doctores dijeron que estaría bien si seguía una dieta los próximos días -no alcohol-, y que pronto debía ir a hacerme los exámenes de sangre para saber si la droga había salido por completo de mi cuerpo.

—¿Cómo te sientes?—pregunta, quitándome el helado de las manos para dejarlo en la mesita de noche.

—Bien, pero mi cuerpo está sensible—me encojo de hombros—. Lo estará un par de horas más.

—¿Duele?—una de sus manos acaricia la curva de uno de mis pechos y yo cierro los ojos jadeando—. Tomo eso como un no.

—Es otro tipo de sensibilidad... oh—gimo cuando pellizca mi pezón, enviando una corriente de placer por mi cuerpo hasta ese lugar entre mis piernas—. Más.

—¿Más?—comienza a dejar besos en mi cuello, magreando mi pecho con fuerza, estimulando mis pezones con su palma, haciéndome gemir—. Que codiciosa eres.

—Si—me subo a su regazo y él sonríe, acariciando mis muslos descubiertos por la camiseta suya que me puse.

Tomo su rostro entre mis manos y uno nuestros labios, acariciando nuestras lenguas con suavidad y una necesidad que palpita entre ambos mientras sus manos suben por mis muslos hasta llegar a mis bragas.

Tira con fuerza del encaje y este sede rápidamente dejándome completamente desnuda bajo la camiseta, y él lo sabe, porque se aparta de mis labios y tira de la camiseta por mi cuerpo, sacándola sobre mi cabeza para dejarme desnuda sobre su regazo.

—Me fascina tu cuerpo—acaricia mi cintura, bajando por mis caderas y acariciando mi vientre antes de que sus dedos comiencen a jugar con mi piercing, haciéndome gimotear y arquearme—. Y me gusta mucho este piercing—tira suavemente de él y eso logra una corriente de placer que me hace gemir de forma ruidosa.

Se inclina a tomar uno de mis pezones en su boca, tirando suavemente con sus dientes antes de chupar, haciéndome jadear y clavar mis uñas en sus hombros mientras sus dedos estimulan mi clítoris, jugando con mi piercing y con su otra mano magreando mi otro pecho, haciendo que una corriente de placer enorme recorra mi cuerpo.

Mi celular resuena en algún lado de la habitación y maldigo en voz alta.

Intento ignorarlo, pero suena una, dos, tres, cinco y ocho veces más hasta que escaneo la habitación y lo encuentro en la mesa de noche del lado contrario, así que me bajo del regazo de Simón y me acerco a tomar mi celular.

—Quien sea, puede esperar—Simón tira de mi a su regazo de nuevo y río mientras abro los mensajes, sintiendo sus labios rozar mi hombro—. Apaga eso.

—Carajo—maldigo cuando abro el primer link que me lleva a la noticia—. Dios, no. Mierda.

Ya lo saben. Saben sobre Leska y los gemelos. Y aún peor, la imagen de Christopher se tambalea, ya que creen que Leska es una amante y que mi hermano no es capaz de mantener lazos incluso con la madre de sus hijos.

—¿Qué?—Simón mira mi celular y respira profundo—. Maldita sea.

Le escribo un mensaje rápido a Valeska antes de llamar a Cristal, levantándome de la cama y encaminándome al vestidor a sabiendas de que tendré que salir a la mansión casi que de inmediato para una reunión de urgencia.

Necesitamos comenzar a controlar los daños de esta noticia y averiguar quién mierda filtró esto a la prensa.

First and Only Love [Simón Miller]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora