Cap 48

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—Oye, hola—tomo a Peyton en mis brazos cuando me acerco a su cuna—. No pasa nada, tranquila—acaricio su espalda en un intento de calmar su llanto.

Simón no ha regresado del trabajo aún, debe estar por llegar, así que por ahora solo somos la pequeña Peyton y yo.

Su padre ha estado tomando los turnos de las seis de la mañana para poder estar en casa cuando ambas despertemos. Sus entrenamientos duran dos horas y hasta ahora todos en la central están contentos con su trabajo.

»Vayamos por tu biberón—recuesto a Peyton contra mi pecho, saliendo de la habitación para ir directo a la cocina.

Tenerla en mis brazos me hace sentir tranquila. Lo contrario de lo que creí que sentiría después de todo lo que pasó.

Es decir, anhelo un bebé. Anhelo que un día pueda llevar a un pequeño como Peyton en mis brazos, uno al que lleve en mi durante nueve meses.

Pero eso no será pronto.

Preparo el biberón de Peyton rápidamente antes de ir a la sala y sentarme con ella acunada en mis brazos mientras le doy su biberón que toma tranquilamente.

Respiro profundo, meciéndola suavemente. Su mano se apoya en mi pecho mientras cierra los ojos y sonrío, sintiendo como una sensación de calidez se extiende por mi pecho.

—¿Sabes? estos días han sido complicados—le hablo suavemente—. Se suponía que tendrías un hermanito. Quizás no planeado, pero ibas a tenerlo—suspiro—. Como sea, algún día te daremos un hermanito.

»Quizás no seas biológicamente mía, pero prometo ser como una madre para ti—beso su frente—. Daré lo mejor de mi, te daré mucho amor y te consentiré—sonrío cuando hace un ruidito como si estuviera afirmando—. Cuidaré de ti y te protegeré con mi vida.

Más que palabras, es un juramento. Esta pequeña ha logrado colarse en mi corazón tal como su padre, y voy a protegerlos a ambos así se me vaya la vida en ello.

No soy su madre biológica, lo sé, pero seré una madre para ella. Haré hasta lo imposible para que ella crezca crezca en un buen ambiente, con una familia y buenos ejemplos.

Bueno, dentro de lo que cabe en nuestro mundo.

***

—Si, esto es hermoso—doy suaves palmaditas en la espalda de la bebé mientras ambas miramos por el ventanal del departamento, admirando la hermosa vista de París.

Ha estado inquieta, así que creí que quizá sería buena idea que ella viera por la ventana, entreteniéndose con las personas que caminan por la calle, los autos e incluso mirando en dirección a la torre Eiffel de vez en cuando.

Justo ahora está tranquila, sus ojos están bien abiertos mientras mira embelesada a un vendedor de globos en el parque frente a nuestro edificio.

—Mis hermosas mujeres—escucho la voz de Simón antes de ser envuelta en sus brazos que tiran de mi para recostar mi espalda contra su pecho. Besa mi mejilla y apoya su cabeza en mi hombro mientras una de sus manos acaricia la mejilla de Peyton—. Lamento llegar tarde, me pidieron que diera una charla en la academia y mi celular murió.

—Oh, eso suena bien—giro mi rostro y recibo el beso que deja en mis labios.

No es extraño que le hayan pedido dar una charla. Usualmente, cuando visitamos centrales, suelen pedirnos que les demos ánimos a los soldados más jóvenes.

Somos el mayor ejemplo para ellos, siendo el nivel más alto en la pirámide que conforma la FEMF, desde un soldado raso hasta el nivel élite mundial con lo mejor de lo mejor.

—Traje desayuno—me lleva a la sala, dónde puedo ver los croissants ya preparados con un poco de jamón y vasos con jugo—. Espero que tengas apetito.

Mi apetito no ha estado muy bien últimamente. Es como si mi estómago se negara a recibir algo, pero en realidad hoy mi estómago prácticamente me suplica por algo de comida.

—Lo tengo, he pasado todo este rato con Peyton—acerca la pequeña cuna que tenemos en la sala para ponerla junto al sofá y yo le inclino, dejándola recostada con el móvil de estrellas encendido—. La tuve en brazos incluso mientras revisaba algunos correos—señalo la laptop sobre el sofá y Simón ríe.

—Lamento si estuvo inquieta.

—Es una bebé, es normal—ambos tomamos asiento y yo tomo un croissant, dándole un bocado que me hace gemir. «Es el mejor croissant que he probado, joder»—. Además, fui yo quien no quiso soltarla, es que estaba tan adorable—me encojo de hombros—. No pude dejarla en su cuna.

—Te entiendo, completamente—se inclina hacia mi y me roba un beso, levantando su mano para apartar algunos mechones de cabello de mi rostro—. ¿Cómo te sientes?

Casi sonrío.

Sé que estos días tampoco han sido buenos para él. Yo perdí un bebé, pero Simón además de eso tuvo que verme derrumbarme hasta el punto de llorar cada vez que recordaba lo que había pasado.

La forma en la que se ha mantenido a mi lado, su paciencia y su amor junto a la dedicación que me ofrece en este momento solo me hace amarlo más porque me confirma que es el mejor hombre que he conocido.

—Estoy bien—suspiro—. Duele, pero siento que ya no tanto—bebo un poco del jugo—. Es como si comenzara a entender que es algo que pasó, que no pude evitar y... no me voy a permitir ahogarme en culpa. Simplemente llevaré a ese bebé en mi corazón—levanto mi mano y acaricio su cabello, sintiéndolo relajarse con mis caricias.

—Ambos lo haremos, preciosa, pero debemos seguir adelante—me ofrece una pequeña sonrisa—. Estaremos bien.

—Lo estaremos—asiento—. ¿Qué tal si salimos a dar un paseo más tarde? Creo que todos necesitamos un poco de aire fresco y caminar por la ciudad para conocerla mejor.

París es un lugar hermoso como para estar encerrado. Salir, caminar, tomar aire fresco y distraerme creo que es algo que necesito para aclarar mi cabeza y comenzar a soltar un poco de ese dolor que me ha estado ahogando estos días.

—Suena bien—asiente—. Podemos ir por un helado y cenar en un pequeño restaurante que vi hoy. Es hermoso y familiar, estoy seguro que te gustará—toma mi mano y besa el dorso antes de atraerme a su pecho.

Suspiro complacida cuando su perfume me rodea y su calor me envuelve.

Estar en sus brazos me trae tranquilidad. Me da la paz que necesito en este momento y cada vez que mi corazón se acelera como si fuéramos un par de adolescentes primerizos me recuerda que es Simón al único hombre que quiero.

Lo amo, lo he amado desde que era una niña. Y aunque estamos pasando por un momento doloroso sé que nuestra relación no va a acabarse aquí. Enfrentamos esto juntos y estaremos felices y tranquilos algún día.

First and Only Love [Simón Miller]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora