Cap 43

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Simón.

—Hermano—la puerta de la habitación se abre y mi ceño se frunce al ver a Patrick con su uniforme puesto.

—¿Por qué estás así?—miro la hora en mi reloj antes de seguir acariciando la espalda de Peyton que por fin logró dormir.

Joder, cuando salí de la oficina con Corinna llamándome llorando porque Peyton estaba mal casi se me sale el corazón. El doctor dijo que era una infección y está siendo tratada.

—¿Cómo se encuentra Peyton?—pregunta y suspiro.

—Ella va a estar bien, debemos estar un par de días en el hospital—beso la mano de mi hija cuando la acerca a mis labios—. No respondiste mi pregunta.

Patrick respira profundo, y la tristeza que llena sus ojos me alarma de inmediato. Entonces, cuando la puerta vuelve a abrirse y Marissa entra con lágrimas en sus ojos todo toma sentido.

Parpadeo, dejo a Peyton en la cuna apenas sintiendo mis extremidades antes de voltearme a Marissa con el corazón latiéndome con tal fuerza que creo que explotará.

—¿Qué pasó?—los miro a ambos—. ¿Dónde mierda está Rosie?

—Dos pisos arriba—me contesta Marissa—. La sedaron. Tiene dos costillas rotas y tuvo una contusión cerebral.

—Quédate con Peyton—le pido a Patrick antes de salir de la habitación, corriendo por el pasillo mientras siento como mi corazón late fuerte.

No entiendo. Hablé con ella hace poco. Creí que estaba atascada en el tráfico y por eso no había llegado. ¿Qué diablos fue lo que pasó?

La furia que se siembra en mi estómago no se va ni siquiera con la adrenalina que me genera subir las escaleras a toda prisa con la necesidad de llegar a mi mujer cuanto antes.

Llego al segundo piso y cruzo el pasillo hasta la sala de estar donde veo a la élite y los Morgan esperando.

Alex parece consternado, Christopher parece una maldita bomba a punto de explotar y Reece junto a Regina solo miran al piso fijamente.

—Tercera habitación—una voz me hace mirar a mi lado para ver a Thomas—. Ella no está bien. Y no va a estarlo en mucho rato—me palmea el hombro antes de alejarse.

Camino por el pasillo sin siquiera prestar atención de nuevo a los que esperan. Cuando llego a la tercera habitación abro la puerta y todo se congela cuando la veo.

Su cabeza está vendada, tiene moretones morados bastante oscuros en su rostro y hay un par de agujas intravenosas conectadas a su brazo.

Me acerco a ella a paso lento, sintiendo que un profundo dolor en mi pecho se hace presente nivelando la rabia.

—Mi amor...—acaricio su mejilla y me inclino a besar su frente con cuidado de no presionarme contra ella a pesar de que está sedada.

—Capitán Miller—me llaman y me enderezo para ver al médico—, el Coronel Morgan dijo que usted es su prometido. ¿Quiere acompañarme a mi oficina para hablar del estado de la capitana?

—Por supuesto, doctor—miro a Rosie y tomo su mano para apretarla suavemente antes de caminar fuera con el doctor.

Lo sigo al final del pasillo y doblamos a la izquierda antes de entrar a su oficina, donde Christopher y Reece también esperan.

—¿Qué pasó?—les pregunto y Christopher de inmediato me mira, cerrando y abriendo sus manos una y otra vez como si estuviera conteniendo algo.

—Las emboscaron—contesta y frunzo el ceño.

—¿Las emboscaron?—interrogo—. ¿Quién más estaba con ella? ¿Quién mierda las emboscó y por qué no estamos haciendo nada?

—Ilenko Romanov—me contesta Reece—. Valeska iba con ella. Fue en medio de la maldita ciudad, fueron al estacionamiento subterráneo de un centro comercial cercano. Rosalie tuvo que enfrentarse a varios hombres mientras Valeska de enfrentaba a Romanov. Está muerto ahora.

Respiro profundo. La rabia crece tanto que puedo sentir mi sangre hirviendo en mis venas ante la imagen de mi mujer siendo golpeada al punto de la fractura de costillas y contusión cerebral.

Y estaba sola con Leska.

»Los escoltas defendieron todo lo que pudieron, cuarenta hombres fueron asesinados en total—respira profundo—. Ahora, doctor, ¿para qué nos trajo aquí?

—No lo había dicho antes porque no conocía si la paciente querría que se supiera—suspira—. Tuvo un momento de consciencia antes de ser sedada y autorizó que se los dijéramos a las personas que tiene en sus contactos de emergencia—me mira—. Usted aún no lo es, pero están a punto de casarse y ella preguntó por usted en ese momento antes de caer en el efecto de la anestesia.

Asiento.

—A parte de la contusión y las costillas rotas nosotros... tuvimos que hacerle un legrado—informa y todo comienza a darme vueltas.

Parpadeo. Miro al doctor esperando que me diga que es una maldita broma de mal gusto. Pero solo me ofrece una mirada de tristeza.

—¿Qué... dijo?—la voz apenas me sale, se siente como si me hubieran arrancado toda la fuerza de golpe.

—Ella estaba embarazada, señor. Y perdió al bebé.

—Eso es imposible—niego—. Ella no...—ni siquiera soy capaz de decirlo—. Ella tenía la inyección, no es posible que estuviera embarazada.

—Ella lo estaba—una voz femenina me hace girarme y Christopher llega hasta Valeska para ayudarla con la intravenosa.

Tiene lágrimas corriendo por sus mejillas y esa es toda la confirmación que necesito. Es jodidamente cierto. Rosalie estaba embarazada y perdió al bebé.

La rabia que me invade es inminente. Prácticamente veo rojo cuando derribo todo lo que hay en el escritorio del doctor sin siquiera pensarlo dos veces.

No controlo las maldiciones que salen de mi boca y es Reece quien me toma del brazo y me obliga a encararlo.

—Contrólate—me ordena—. Deja de comportarte como un imbécil.

—Reece, ella...—tomo su camisa entre mis puños y el asiente—. Ella...

—Lo sé—me atrae para abrazarme y yo me aparto negando—. Simón...

Caigo de rodillas, el dolor en mi pecho es inminente y no puedo controlar las lágrimas que se me escapan de los ojos.

La rabia y el dolor se mezclan volviendo el vacío en mi pecho algo horrible e insoportable que me obliga a tener que respirar profundo más de una vez sin que surja algún efecto.

Ella estaba embarazada. Ella estaba esperando un hijo nuestro.

Si el maldito de Ilenko Romanov no estuviera en el infierno, en este momento estaría buscándolo para arrancarle el jodido corazón del pecho.

—Ella te necesita fuerte—Christopher me levanta y me toma de los hombros—. ¿Me oíste, Simón? Espero que no te eches a llorar cuando estés frente a ella porque...

—No sabes ni mierda de nuestra relación—lo aparto—. Ella no me necesita fuerte. Ella necesita que la entienda y que la consuele. Y si no es eso, lo hablaremos cuando despierte—gruño antes de apartarlo del camino y salir de la oficina.

Mi Rosie...

First and Only Love [Simón Miller]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora