One Shots Chrischel

Capítulo 82| Perspectiva de Christopher.

Christopher.

Me centro en los jodidos papeles, no puedo, estoy hastiado de esta mierda, la cabeza me palpita a cada nada... Joder.

Me estresa la situación, no soporto como mi mujer se comporta y sé que no me he comportado de la mejor manera, no tengo justificación, no la busco. Estamos así por culpa de los dos, no solo mía, claramente. 

Ni siquiera acompañe a Gema, le dije que se dejara de ridiculeces y ya, eso no evito gritos, llantos y demás, pero no me interesa, le dije a Mike que la llevará a su residencia y yo me vine directo al comando.

No voy a negar que me molestó que sacará las cosas de esa forma, si fuera ella, hubiera hecho lo mismo, sé que está harta de la situación «con razones».

No puedo concentrarme, me sirvo un vaso de whisky en el minibar, miro por la ventana, llevándome el mismo a los labios, necesito a mi maldita mujer...

—Atentado en Westfield —volteo, la luz roja se prende en el radio.

Es la voz del escolta de Rachel. ¿Que mierda?

Suelto el vaso, sacando el teléfono en seguida, al igual que salgo se la oficina, ordenándole a la inútil cerrar. El teléfono de Rachel me manda a buzón, marco el número del escolta, que responde en seguida.

—Solo quiero ir a casa, esos tiros siguen tronando en mis oídos —tenso la mandíbula, lo primero que escucho es a mi mujer llorar.

—¿Qué coño paso? —siseo.

—La teniente vino a Westfield a comprar y desayunar, parece que la Sargento Molina también estaba aquí... Todo indica que venían por la teniente, no estoy seguro, pero está asustada.

—Pasame a mi mujer.

—Teniente, el coronel...

—Llevame a casa, por favor —solloza—, puede regresar... Me puede matar y y-yo...

—Mi coronel, está muy alterada —avisa Dalton en la línea—. La estoy llevando a su casa, lo mantendré al tanto de todo.

Salgo del comando, siento todo tenso, mi mujer. Fueron por mi mujer. 

Arrojó el teléfono a un lado, comienza a sonar, pero lo ignoro, pisando el acelerador cuando veo que es Gema.

Ignoro también a Alex y a Rick. No me importa que quieran o piensen... Me detengo en un semáforo.

Rachel no es de visitar esas plazas para desayunar... prefiere restaurantes donde pueda conseguir el jodido pollo frito, si bien, creo que hay restaurantes dentro, ella prefiere...

La voz de Liz Molina como un vago recuerdo... Esa idiota iba a ir ahí. Y Rachel lo sabía.

Alcanzo el teléfono, mirando por encima los mensajes.

A Rachel no le dan miedo los disparos, dijo que seguía escuchando los tiros...

Conecto todo. Y en vez de cabrearme, elevó la comisura. Maldita. Sabía lo que hacía. Pero quiero saber quién coño la mato. Avanzo al penthouse, en el elevador me pongo bien al corriente, en las fotos se muestra una bandera roja. ¿Cómo coño la mafia roja iba a saber que Rachel iba a estar ahí?

Llamo a Patrick, ordenándole buscar los puntos en blancos mientras entro al penthouse, buscando a Rachel. Los escoltas me hacen saber que está en la habitación, así que voy para allá.

Nada.

No está.

Mi mirada se clava en el anillo de compromiso sobre la pila de pedazos de papel.