Una espinita... | pt 4

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Rachel.

Termino de llenar los seis biberones antes de cubrirme con cuidado, me coloco la faja post-parto y después de ver a mis bebés, avanzo hasta la caminadora, dónde hago ejerció para recuperar mi figura y peso de antes.

Van tres semanas desde lo que pasó y estoy casi igual que antes, aunque las tetas las sigo teniendo enormes.

Y es por la lactancia que no deja de salir en todo momento, lo que trae burlas de mi marido algunas veces, porque claro, el hombre solo se divierte a mi costa.

Tengo que andar con cubre pezones que retienen la leche durante unas horas, pero en cierto momento comienzan a servir para nada y es cuando tengo que parar lo que sea que esté haciendo para alimentar a mis hijos o para llenar los biberones que suelen vaciarse con gran rapidez.

No sé cuánto tiempo paso ahí, pero si se que es lo suficiente para hacerme sudar, reviso a mis preciosos bebés, ellos siguen durmiendo, suspiro y los llevo a mi habitación para acomodarlos cerca y meterme a duchar con rapidez, algo que se vuelve más práctico con el tiempo.

Salgo justo cuando la puerta de la habitación se abre, dejando a mi marido entrar, no he salido al completo del baño, así que veo como pasa a ver a nuestros bebés.

Nadie va a negar que Milenka y Regina son sus pequeñas, aunque le pone el mismo cuidado a Owen, se ve quien es su consentido y esa es Milenka.

Regina y Owen son mis bebés, los amo a los tres por igual, pero...

-¿Que haces ahí parada como estatua? -inquiere, enarcó una ceja y me encojó de hombros.

-Solo miraba -es lo que respondo, saliendo con la toalla envolviendo mi cuerpo-, creí que habías dicho que hoy llegabas más tarde -me acerco y el eleva mi mentón para besarme, un beso que correspondo, obviamente.

Siento su deseo contra mi estómago, pero no podemos hacer nada durante dos meses. Así que le falta un mes.

Justo cuando estoy sintiendo que me comienza a empujar contra la cama, lo freno.

-Perdoname, mi amor, pero sabes que no podemos, además, los niños están aquí -señalo y suspira-, vamos, déjame ir a cambiar.

Pero el me vuelve a besar, lo que provoca que me ría, si correspondo, pero lo empujó para que caiga el en el colchón y yo me pueda levantar. Camino al vestidor y se que me sigue por lo pasos pesados detrás de mí. Así que hago lo que se me antoja y algo que medio podría aliviarlo.

Finjo que busco mi ropa, pero a él par de minutos me doy la vuelta para volver a besarlo.

Muerdo su labio y bajo a su cuello, dónde quizá dejo una marca o dos... La verdad es que no me importa.

-Solo falta aún mes -murmuro, dejando un beso en su piel, hasta que logró ponerme de rodillas frente a el.

-Nena...

Sonrió y desabrochó el botón de sus vaqueros para posteriormente sacar el miembro erecto que ruega atención.

Chupo la punta, escuchando su jadeo ronco, uno que me eriza la piel, su mano recoge mi cabello y siento el tirón que da para obligarme a levantar la mirada.

Con mi propia saliva lubrico el miembro erecto y mis manos comienzo a masturbarlo para poder ir metiendolo en mi boca, todo sin dejar de mirar la tormenta en sus ojos.

Hay un par de arcadas que me obligan a sacarlo, antes volver a meterlo, entonces siento que los ojos se me cierran solos al meterlo todo, lo que provoca que tire de la coleta que formó para que los abra de nuevo.

One Shots ChrischelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora