Christopher.
Ambos quedamos paralizados por interminables segundos antes de que ella comience a respirar mal. Saco el inhalador y lo coloco en su boca antes de tomarla y llevarla a la habitación que está destinada para el parto.
—¡Karen, llama a Reece y dile que venga de inmediato!
—No debió adelantarse, amor... No voy a...
—Lo vas a lograr —la interrumpo—. Cállate y no digas tonterías, porque lo vas a lograr y tú y mi hija van a estar bien.
Quito su ropa y le coloco la bata blanca que detesta, pero necesita tener puesta. Comienzo a conectarla a las máquinas, coloco la intravenosa en su brazo, me muevo como si me hubieran puesto en modo automático.
—El señor Reece dice que en diez minutos llega —avisa Karen al otro lado de la puerta.
Maldigo entre dientes.
—Bien, retirate —alzo la voz.
—Eligela a ella —miro a Rachel—. Si en algún momento tienes que elegir, eligela a ella.
Ignoró lo que dice, centrándome en seguir mi labor de encender máquinas, preparar las cosas que mi hija y ella van a necesitar.
Me niego a perder a alguna de las dos.
—Christopher, mírame —exige. No. No la voy a mirar sabiendo lo que quiere pedir.
Reece entra a la habitación, pareciendo que corrió un maratón.
—Karen no me dijo nada, ¿Que paso?
Su respuesta es mirar a Rachel.
—Rompí aguas...
—Mierda.
Se mueve también y yo siento que lo vivo todo en cámara lenta, pues lo único que puedo hacer es sujetar la mano de Rachel y encargarme que no se duerma o desmaye.
Hace un ultrasonido para revisar a la niña y efectivamente, está acomodada para nacer. O eso dice Reece. Sus contracciones van cada tres minutos y yo no sé ni cómo pararme.
...
Las horas son interminables y no niego que me sorprende el que Rachel siga despierta después de tanto tiempo.
El grito que suelta suena tan desgarrador que no dudo le haya destrozado la garganta. Las lágrimas no dejan de caer y...
Un suave llanto suena en la habitación, haciendo que Rachel derrame más lágrimas y que yo sienta que tome diez energizantes en menos de un minuto.
—Te necesito aquí. Sostenla y en seguida regreso contigo —beso la sien de Rachel antes de ir a sujetar a mi hija.
No me gusta recibir órdenes, pero aquí el que más sabe es el.
—Quiero verla...
La complazco, acercándole a nuestra hija y ella acaricia sus mejillas, besando su frente aunque aún esté sucia.
—Es preciosa...
Intentar estirar los brazos para sujetarla. Pero la acción no llega y el sonido de el pitido de las máquinas resuene con fuerza.
—Quitate —el médico se acerca a mi mujer.
Experimento los mismos sentimientos que tuve en el Mediterráneo cuando casi la pierdo.
Nuestro mundo en mis brazos, pero parte de mi mundo detrumbandose con el pitido que no se calla.
—Con agua tibia y una toalla limpia a la bebé, me encargo yo de Rachel.
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One Shots Chrischel
FanfictionPequeño apartado para subir one shots que se me ocurren de la nada o historias que ya no supe continuar. Espero les guste y lo disfruten. 🤍
