One Shots Chrischel

Una espinita... | pt 1

Christopher.

Respondo la llamada distraídamente, mientras sigo revisando lo que me falta por hoy.

—Nena...

—Se escapó, Antoni se escapó y esta aquí —me pone en tensión en menos de un chasquito, comienzo a ordenar a las tropas que se muevan hacia el Penthouse, escuchando a Rachel—, tengo miedo, Chris... Mataron a los escoltas, estoy sola, los niños están a nada de nacer y yo no sé cómo salir de aquí...

—Calmate, Rachel...

—¡Christopher! —un sonido sordo se escucha y después solo órdenes en italiano.

Reviso la ubicación de las tropas mientras aceleró a el penthouse.

La perdí.

Los perdí.

Porque cuando llegó no hay nada. Nada más que el celular en el piso.

—No hay rastro de nada —informa Parker con pesar—, cuando llegamos no había rastro de avionetas o autos, en las cámaras no hay nada, las desconectaron y también rompieron, todos sus escoltas están muertos...

Lo callo cuando siento que todo me pesa, me muevo a mi habitación, sacando de la caja fuerte el rastreador del collar, me muevo hasta donde está la ubicación y lo único que encuentro es solo el chip de rastro y la diminuta piedra que indica que lo rompieron, pero se lo llevaron.

...

El operativo de búsqueda de mi mujer sigue en pie, en dos semanas los mellizos nacen y yo no sé si los tres están bien o si me jodieron por completo.

La herida abierta en mi pecho no deja de sangrar y quiero que pare, pero para que lo haga necesito a mi mujer y a mis hijos conmigo.

Alex está dirigiendo lo demás en el comando, porque está brecha puede afectarnos en otras cosas.

Volé Positano al no encontrar a Rachel en toda la fachada y sigo buscando las otras ubicaciones de las mansiones del italiano, al igual que las fosas con celdas que conocí cuando estuve con el.

No hay descanso, solo la incesante voz en mi cabeza que me ordena encontrar a la única mujer que ha sido motivación desde que la conocí.

Rachel.

—Vas a parir a tus mocosos, te los sacaría yo, pero este es una especie de castigo, vamos a ver si resistes tanto como has demostrado la penúltima de tu embarazo, el otro castigo va a ser quitarles la vida frente a ti, entonces serás completamente mía —no he parado de llorar y suplicar en las setenta y dos horas que llevo aquí encerrada.

Acaricia mi rostro, la acción me provoca náuseas, quiero morirme y que mis hijos estén a salvó, se que Christopher afuera está moviendo cielo, mar y tierra, pero es imposible, porque no estamos ni en Italia ni en otro territorio cercano. Estamos en México, según lo que escuche.

No tengo escapatoria.

—Voy a regresar el día de tu parto, amore, mientras, sigue luchando, que es en vano y te va a agotar, así no te va a doler tanto —juro que casi vómito cuando siento sus labios en los míos.

Entonces se va.

Observó como las sombras desaparece y sin importarme malograr mis muñecas, sacudo las manos hasta que puedo acariciar mi vientre.

—Les prometo que vamos a salir de aquí —mis bebés, que no tienen la culpa de nada son los que van a pagar si no salgo de aquí.

He intentando con todo, pero no me puedo ni poner de pie, me ha dejado botellas de agua y comida, pero no confío en el. Así que no las voy a beber.