Una espinita... | pt final

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Christopher.

—Lo que no puedo entender es como es posible que dejarán que algo así pasará, ¡Paso en sus propias narices!, ¡¿Desde cuándo trabajo con inútiles?!

El coronel de la central intenta posarse firme, intentando al mismo tiempo dar explicaciones.

—Callate —lo cortó—, estas dado de baja, al igual que tú y tu —señalo a los capitanes que palidecen de inmediato—, ¡¿Cuánto tiempo nos tomo capturararlo?!, ¡Casi un año tirado a la basura porque no fueron capaces de dar de baja a los perros falderos de Márquez!, No voy a trabajar con gente incompetente como lo son ustedes.

—Señor... Un oportunidad, por favor...

—Ninguna oportunidad me va a traer a el capo de un cartel de tráfico de órganos, ¿O si? —siseo—, entreguen su placa y armas —azoto las manos en la mesa cuando ninguno acata la orden—, ¡He dado una maldita orden!

Y así, es como veo como comienzan a entregar todo.

—No habrá condecoración para reconocer sus logros, si al final lo jodieron por tenerle miedo a un idiota que era fácil mantener en una maldita celda.

No replican, solo se vuelven a posar firmes, esperando la orden para retirarse.

—No quiero ver su rastro después de dos horas, recojan sus cosas y larguense.

—Permiso para retiranos —habla el ex coronel.

—Largo —y me deshago de esos inútiles.

Salgo a ver los daños en el área.

Hubo bombardeos en todas partes, lo que dejó al comando en pésimas condiciones, suspiro, comenzando a moverme para volver esto como estaba.

Aprovecho para hacer renovaciones y en todo eso se me va el día.

Y es hasta las siete de la tarde que puedo hablarle a mi mujer, la cuál quedó muy triste cuando partí.

Voya mi alcoba, soltándome los botones de la camisa, mientras comienzo la videollamada.

No responde a la primera y es en la segunda llamada que lo hace. Coloca el teléfono en alguna superficie y entonces estoy observando como se mete a la tina con mis hijos.

—¿No los duchamos ayer? —es lo primero que digo.

—Si, pero a tu hija le gustó embarrarse todo el cabello de papilla y al parecer a tus otros dos hijos también, así que apoyaron la idea e hicieron lo mismo, además, hicimos una pequeña reunión y se llenaron la ropa y la cara de pastel, así que tengo que quitarles todo el dulce antes de intentar dormirlos.

—¿Con quién? —inquiero, ella acomoda a Owen contra su pecho, pasando la esponja por su cuerpo, antes de proceder a hacer lo mismos con Regina y Milenka.

—Tus padres, no fue algo tan grande, fue muy sencillo, de hecho —logro ver el encogimiento de hombros—, mierda.

—¿Que?

—Regina tiene fiebre, en si, un resfriado, nada grave, pero...—murmura—, a ver, mis amores, ya regreso, por favor, no se... —antes de que termine de hablar, Owen ya está moviéndose al otro lado de la tina—, Christopher Owen Morgan James, ya párala —parece reproche.

—¿No te habla? —intento no reírme de ella.

—No, ¿No podías darme hijos como Regina?, Ella es tan tranquila y a duras penas llora —se queja.

Sale de la tina, sosteniendo a Regina, para después cubrirla con la toalla.

—Cuida a tus hijos, y si ves que van a hacerse maldades, hablales para que no lo hagan.

One Shots ChrischelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora