Flores amarillas... a medias...

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Rachel.

—Papá, se me está haciendo tarde —me cruzo de brazos.

—Alex dijo que nos lleváramos a Christopher, espera unos...

Para gran sorpresa, el idiota aparece, de mal humor, claro. No le gusta que le hagan un maldito favor y que Alex le haya pedido uno a favor de él a mi padre, obviamente le molesta.

Entra al auto sin mediar palabra, se aferra a su mochila sin darme una sola mirada, lo que me molesta, pero prefiero arrimarme más a la puerta.

Que otra le soporte sus berrinches.

—Puedes irte —la orden de mi padre al chófer y al fin nos vamos.

Angelo me da una mirada de disculpa por el retrovisor y sube la ventanilla de división entre cabinas. Ni él lo aguanta.

Suelto un bufido y me voltea a ver.

—No te hagas la enfadada ahora, Rachel —sisea—. El que está enojado soy yo.

Ruedo los ojos sin responder.

—Rachel...

—No quiero que me hables —mascullo—. Dices que él enojado eres tú, pues bien, quédate amargado, pero con la boca cerrada.

—Me dejaste como idiota una hora esperando, tengo el jodido...

—Te dije que Luciana vino con mis hermanas, no me podía escapar así —señor, ayúdalo a razonar—. Y te avise desde una hora antes de la hora que acordamos, así que si te quedaste esperando fue por tu culpa, no mía.

—Estaba ahí desde cuatro horas antes.

—Yo no te lo pedí. Ya te pedí perdón mil veces y estoy respetando que estés enojado, por qué en tu lugar, yo también lo estaría, pero deja de pagarlo así conmigo y con todos por qué tampoco es...

—Iba a...

Por suerte o desgracia, no sé, el auto frena. Bajo rápidamente, avanzando a la entrada de la preparatoria, Christopher me sigue, pero cuando entro a mi aula, se va.

Suspiro, tomo asiento hasta el final del aula y apoyo los codos en la mesa, ocultando mi rostro entre mis manos.

Ya sabía que relacionarme con Christopher de la manera en que lo estamos haciendo me iba a traer muchos dolores de cabeza y corazón, pero no sabía que tantos.

Vuelvo a maldecir a Amaly por proponer verdad o reto en su jodida pijamada, es lo que llevo haciendo después del último mensaje que Christopher me respondió. Los demás los dejo sin ver.

Pero no. Era o admitir que seguía siendo virgen o pararme frente a la escuela y darle un beso a Christopher a la mañana siguiente. Hubiera preferido lo primero, a ver si así dejo de hacer cosas para encajar.

Un jodido beso. Un jodido beso y ahora tengo que pensar algo de gran magnitud para disculparme por dejarlo plantado, si bien, no fue mi culpa, el me dijo que era importante.

Ya iba de salida cuando a Luciana se le ocurrió hacer su aparición de madre desolada. Me quedé más por mis hermanas que por ella. Casi no las veo por qué su custodia la tiene ella, mientras que papá la mía, peleó por la de las tres, pero al final solo le dieron la mía.

Y eso por qué yo pude decidir, pero una niña de siete años y otra de diez al parecer no tienen la edad para decidir con quien quieren estar.

Y es por eso que decidí quedarme. No las veía desde hace un año. Creí que lo comprendería.

Pero no. Entiendo el punto de su molestia, juro que lo hago, pero esperaba que igual comprendiera el por qué falte.

Me aparto las manos de la cara cuando alguien se sienta a mi lado.

One Shots ChrischelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora