Reescribiendo la historia | pt.15.

2.3K 180 29
                                    

Christopher.

La llamada se programa y espero, sentado en mi despacho un vaso de whisky en la mano y un bolígrafo en la otra. Le doy un trago a le vaso, viendo a Ilenko Romanov casi en la misma posición que yo.

—¿Que se siente que una niña de tres años haya acabado con cinco de tus hombres más fuertes y sanguinarios? —inquiero, jugando con los hielos en el vaso.

—A esa maldita bastarda me la voy a cargar yo mismo.

Me rio entre dientes.

—¿Porque ella te lo pidió?, No sabía que ahora las presas son las que ponen las reglas de el juego —muestro una sonrisa irónica—. Te lo dijo mi hija y te lo digo yo: No estás cazando a una cualquiera, Romanov. A esa niña le enseñe primero a defenderse que otra cosa. Y puedes ser el más sanguinario de todos, pero ella con tres años acabo sola y sin complicaciones con cinco hombres de la Bratva, así que mayor será peor —otro trago—. Acepta que tienes esta batalla más que perdida, de lo contrario, me voy a encargar que la próxima vez que recibas a tu hijo, lleve más que tres costillas rotas.

La ira destella en sus ojos. Pero poco me importa. Si es quiere jugar a ver quién jode primero a quien, adelante. Pero hace horas ya he adelantado más de la mitad de ventaja.

—Hubiera sido más sencillo romperle el cuello, ¿Sabes? —sigo—. Prepárate para el siguiente golpe, Boss, que yo pienso antes de actuar y haber intento tocarle un cabello a mi hija no quedará impune. Mientras, disfruta de el regalo que te mandé —la pantalla enegrece y no dudo que la haya botado.

Poco me importa.

Mientras en Rusia recibe el cuerpo de su madre sin vida. Creyó que puede joderme en mi propio juego y eso no es posible.

—... Entonces galletas de fresa con chispas de chocolate, chocolate caliente y un pastel de oreo —capto afuera.

—Pero con mucho chocolate.

Claro que se iba a aprovechar de la situación. Si de todas maneras es mimada, después de algún suceso que se puede considerar traumático se pone aún más pesada, porque saben que le consienten todo. Y sin excepciones.

—¡Papi! —la miro correr a mí y obligarme a colocarla en mi regazo—. Te quiero de aquí al cielo y de regreso —besa mi mejilla, pegandose a mí.

Si, también puede llegar a ponerse hostigosa.

—¿Que quieres, Lizzie? —inquiero, dejando el vaso de lado, para sujetarla bien.

—Nada, solo quería decirte que te quiero mucho y que agradezco las clases que me das... Aunque no me dejes dormir hasta tarde —murmura.

—Un buen soldado se levanta temprano y sin reprochar —le pico la costilla. En seguida da un respingo.

_¡No!, No me vas a hacer cosquillas, yo ya me voy —intenta bajarse.

—¿No venías de latosa? —vuelvo a hacer lo mismo—. Ahora te aguantas.

—Yo venía a expresarte mi amor —protesta, sin dejar de retorcerse.

...

—No entiendo cómo te pueden gustar esas cosas, Elizabeth, son puras tonterías —mascullo, viendo la pantalla y las figuras animadas en ella.

—No son tonterías —frunce el ceño—. ¿Que tú no viste caricaturas cuando eras niño?, Es la princesita Sofia, a todos les gusta la Princesa Sofía.

—Pues a mi no. Quitala y ya vete a dormir —bufo. Ya la siento en mi costado, pegando la mejilla a la mía.

—No tengo sueño. Y no la voy a quitar, a mi me gusta —me pongo de pie, lo que hace que afiance los brazos a mi cuello y quede colgando en mi costado—, ¡Oye!, Eso no se hace.

One Shots ChrischelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora