One Shots Chrischel

So It Goes | pt 6 | (primer versión - borrador)

Christopher.

Sujeto bien a Rachel cuando baja del auto, aunque ella me protesta diciendo que no está invalida y no sé que mierda más. Cómo si me importará.

Llegamos a el consultorio, dónde ella expresa de nuevo sus molestias, esas mismas que ya me sé de memoria, la doctora le pregunta sobre otras cosas y yo solo me quedo escuchando todo lo que dicen.

Cuando pregunta sobre las náuseas y ascos, Rachel suelta un comentario que no me hace gracia, si, la mujer puede ser la que se lleva la peor parte, pero parece que me convertí en su maldito bufón por qué yo me llevo esa parte.

Después de que le hagan todo el control, nos vamos, aunque ella súplica ir por una hamburguesa, así que conduzco hasta llegar a el lugar que le gusta, lo peor es que no es un restaurante, es una maldita camioneta al pie de la carretera, ni siquiera sé cómo es que cuidan en si su higiene, pero cuando proteste, Rachel lloro toda una tarde, literal eran sollozos, hipidos, gritos y me corrió de mi propia habitación, y no me dejó entrar hasta que le dije que tenía su maldita hamburguesa.

Mientras, yo no puedo mi mirarla cuando come, por que me da asco. No puedo comer nada que no sea el jodido pan con jamón y queso, por qué lo demás, para mí maldita desgracia, lo vómito, mientras... Rachel se llena de todo tipo de comida, excepto el queso, que es lo que la hace vomitar a ella.

El queso y las aceitunas.

Lo que nos tiene batallando desde hace varios meses. Me ve con desagrado cuando como, así como yo cuando ella come. Pero a ver, si nos ponemos a comprar, el que la pasa peor soy yo, ¿Por que?, Por ella se puede llenar de todo, literalmente todo, menos el jodido queso y las aceitunas, mientras que yo, solo puedo sándwiches de queso y jamón, y una que otra cosa.

La única razón por la que lo soporto, es por qué sé que, aunque puede disfrutar de toda la comida, ella la pasa peor, cambios físicos, hormonales, los dolores que le dan cuando la patea y lo peor va a ser el día que nazca, encima, el cambio de su cuerpo después del parto.

Así que, si lo ponemos en una balanza, de quien la pasa peor, es obvio que no se equilibra a mi favor.

—Christopher... —me saca de mi ensimismamiento.

—No vamos a ir a mover muebles.

Frunce el ceño.

—No te hablaba para eso —se ofende.

—¿Entonces?

—Ya nada —se levanta.

Bufo, yendo tras ella, que camina hacia afuera para ir a dejar los platos de lo que comió.

—Rachel...

—Ya no quiero nada.

Suspiro, viendo como entra a la cocina y se queda ahí, en vez de venirse conmigo. Saca de la nevera los filetes de pollo y los condimenta ligeramente antes de ponerlos en un asador en la parrilla. Enarco una ceja, ¿Cómo es posible que pueda comer tanto tan seguido?

Se mueve a la alacena y saca el pan, para después regresar a la nevera para sacar el jamón y el queso, al que le hace una mueca de repulsión.

—Déjalo —voy por ella.

Sacude la cabeza, empeñada en lo que hace. La rodeo con mis brazos, y me mantengo junto a ella mientras se mueve por la cocina. Saca los palitos de zanahoria y después pone los filetes en un plato con la zanahoria y los tres sándwich que hizo. Todo luce bien, a decir verdad.

—Tu también te tienes que alimentar —camina a la habitación con el plato y una botella de agua—. Y como sé que si yo no te obligó, no lo vas a hacer, me va a tocar alimentarte como niño chiquito.