One Shots Chrischel

¿Y que más da? | pt.3

Rachel.

—Me gusta más el rojo.

—El negro.

—Pero a mi me gusta más el rojo.

—Se te ve mejor en negro.

Respiró hondo.

—Luisa, dame mi vestido.

—¡Ese se te ve perfecto!

—Los dos se ven bien. Pero a mí me gusta más el rojo —mascullo.

—Te verás...

—Luisa —habla Laila—. ¿Que traes hoy? —le quita el vestido de las manos, dándomelo, agradezco en voz baja—. No pretendo hacerte sentir mal, pero estás muy odiosa. A todo lo que Rachel está escogiendo le refutas.

Yo la estaba ignorando, pero tiene razón.

Parece que hoy es día de odiar a Rachel... O algo así.

—No tengo nada —masculla.

—Lou, ¿Por qué estás molesta conmigo? —enarco una ceja, cruzandome de brazos—. No quería decir nada, pero parece que me estás odiando.

Los ojos castaños brillan, pero a causa de molestia.

—Disculpame por no estar saltando de felicidad por qué te vas a casar con un asesino —sisea.

Arrugó la nariz.

—Así que te unes al club: si Rachel es feliz, la odio —¿Por qué se siente así?—. Parece que no puedo tomar decisiones pensando en mi, por qué a nadie le sientan bien.

—¿Cuánto voy a esperar para que regreses llorando sin dignidad por qué te volvió a follar como a una puta cualquiera y se volvió a ir con...?

—¡Luisa!

No sé que se sintió peor. La parte de: Sin dignidad. O la parte en la que me llama puta. Me arde la nariz y los ojos.

—¡Se va a casar con el idiota que tiene tatuado en la frente: Machista! —le grita de regreso—, ¡Jodidamente perdón por no estar feliz por eso!

Reprimo el impulso de soltarle una cachetada. Solo por qué está embarazada.

—Vete a la mierda, Luisa —me doy la vuelta.

—¡Rach! —me detengo solo por qué es la voz de Alexa—. Me voy contigo.

Asiento, paso a pagar por los vestidos que compre y bajo con Alexandra a una cafetería. Suelto un suspiro, dejando las bolsas a un lado.

Me quedo en silencio sin saber muy bien que hacer. Creo que al final mi cumpleaños si se está yendo a ma mierda. Lo único que quería era pasarla bien.

Y en serio, parece que tomar decisiones pensando en mi es lo peor que puedo hacer en el mundo.

Alexa me toma una de las manos que tengo sobre la mesa, sonriendo ligeramente.

—No hagas mucho caso a los malos comentarios —fijo mis ojos en los suyos—. Yo estoy muy feliz por ti, cómo lo estará Patrick y quién sea que sea tu verdadero amigo —medio asiento—. Y lo importante es que tú eres feliz con el hombre a quien aceptaste como tú prometido. No te diré que te aisles, pero preocúpate por ti, corta lazos con quien intente sabotearte —parpadeo cuando me pican los ojos. Eso es eliminar a más del 70% de mi lista de amigos—. Si tú felicidad está con él, que sabemos que es así, no necesitas a nadie más.

—Parece que todos odian que piense en mi —susurro.

Se encoge de hombros. Nos dejan la carta sobre la mesa y el mesero se retira después de que ambas agradezcamos.