One Shots Chrischel

Un rayito de esperanza?

Christopher.

Tres malditos años y al fin...

—Todo salió de acuerdo al plan.

—Bien, sabes dónde nos vemos —respondo y recibo una afirmativa.

Los niños se quedan con la niñera y subo a mi camioneta, conduzco casi dos horas y media, pero no me quejó cuando observo a la persona que espera en la banca de piedra que hay en el lugar solitario y abandonado.

Parece retocarse el brillo labial, pero lo guarda cuando ve que me acerco, se pone de pie y brinca hasta que enreda sus piernas entorno a mi cintura.

—Lo tengo aquí —saca un USB y asiento antes de reclamar sus labios como no lo hacía hace semanas—, creí que eran más listos —muerdo su labio inferior y ella gime en protesta—, ¿Quien no borra la evidencia de sus crímenes?

Enarco una ceja y me siento en la banca con ella en mi regazo.

—¿Ellos? —se ríe y es ella quien me besa ahora.

—Hable con los guardias y recién se realizará una ceremonia por el bautizo de sus hijos... Creo que no será posible, vamos a hacer que paguen por estos tres años de mierda —sostiene mi rostro entre sus manos y siento sus labios en todo mi rostro—. Y nosotros tenemos que recuperar lo perdido.

—Antoni ya está donde acordamos, al igual que la pirámide —respondo de igual forma, informando lo que he hecho—. Su muerte es tuya.

—Siento que puedo respirar al fin —murmura, soltando un suspiro, se mueve y hala el bolso que no había visto hasta ahora, saca un estuche y lo abre, hay una jeringa con un contenido color magenta—. La cura de Owen.

Ambos estuvimos trabajando en ello por semanas, buscando hasta hayarla. Pero ella fue quien tuvo que recogerla hoy.

—Efectos secundarios: Mareos y vómito. La solución fue puesta ante mis ojos y también me asegure que fuera el mismo contenido que me entregaran a mi. La probaron frente a mí con... Con Doménico, funcionó, aunque el me caiga de la patada, está ahí, respirando y muy tranquilo de la vida.

»Owen va a estar bien.

Asiento y vuelvo a besarla después de que guardará el estuche en el mismo bolso.

Los besos bajan a su cuello, me aseguro de marcar cada rincón de su piel, sus senos quedan expuestos cuando me deshago de los botones de la camisa blanca que trae puesta.

—C-Christopher... —mi nombre sale entrecortado y con esa mezcla de súplica que me pide romperle la ropa y hacerla mía de nuevo aquí mismo.

Pero no vamos a hacerlo aquí.

Me apartó y recojo su bolso mientras ella intenta regular su respiración, mirándome con la molestia en la mirada.

La halo hasta la camioneta y subo antes de indicarle que lo haga en mi regazo, reclino el asiento, sus piernas quedan a ambos lados de las mías.

Desabrocho mi pantalón y saco mi miembro, la chispa de lujuria regresa a su mirada y no me importa romper las bragas que trae bajo la falda suelta, ella jadea y eleva las caderas, no hace falta preparación, me guía a su interior y nuestro vaivén comienza.

Sus movimientos son lentos y la obligó a ir rápido, sosteniendo sus caderas.

Nuestros orgasmo llega al mismo tiempo y se deja caer sobre mi, relajándose al completo.

Levanta el rostro y observo esos ojos azules que desde que los ví no han hecho más que tambalear mi mundo, sus labios recorren mi cuello hasta llegar a mi oído.