Reescribiendo la historia | pt.3

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Rachel.

Intento dormir. Juro que lo intento, pero las pesadillas no me dejan. No dejo de sentir la piel en mi espalda escociendo, cómo si las heridas por el látigo se abrieran, pese a estar ya cicatrizadas, no dejo de sentir la aguja en el cuello.

No dejo de ver cómo me intentan ahogar.

Antoni accede a el lugar con el látigo de acero en la mano, tengo miedo, muchísimo, pero no puedo hacer nada, no puedo ni moverme.

Me desnuda y me siento asquerosa ante el recorrido de sus ojos por mi piel.

Siento el látigo azotar mi espalda y mi grito de dolor desgarra mi garganta...

—¡Despierta! —brinco y abro los ojos. Christopher me sostiene entre sus brazos y quisiera no llorar, pero lo hago.

Escucho su suspiro, pero no me dice nada, no hasta dentro de unos minutos.

—¿No puedes dormir? —sacudo la cabeza—. Hablame de ella.

No es difícil deducir que se refiere a nuestra hija.

—Bueno... Supe de ella hace un mes... Tan enfocada como estaba en mi desintoxicación, no me había dando cuenta de que mi regla no estaba llegando —murmuro, sin atreverme a mirarlo—. Me asusté y recuerdo que me desmaye, cuando desperté, fui por unas pruebas de embarazo a una farmacia, todas salieron positivas... Procedí a ir a el doctor... La bebé está bien, o eso dentro de lo que cabe, no se encontraron malformaciones en ella, en diversos análisis que me hicieron mostraron que tampoco había algún daño interno. Apenas lo supe y la niña decidió hacer acto de presencia, pareciera que me trague veinte cucharadas de levadura. Me dijeron que era una niña en la primera consulta, pues con lo avanzado que estaba en embarazo ya se podía ver el sexo... Tengo la próxima consulta para dentro de dos semanas...

Asiente, pasa en brazo por debajo de mi cabeza y me mantiene pegada a su costado, sin decir nada. No sé ni que piensa del embarazo o de mi...

Parpadeo cuando me hace subir sobre el, me mantiene a horcajadas de su cuerpo mientras sus manos se pasean por mi vientre. Justo cuando cierta señorita decide que es momento de patear.

Las manos de Christopher se detienen en ese punto, dónde ella vuelve a hacerlo, no sé si se acomoda en verdad es porque quiere molestar, pero duele.

Hago una mueca cuando patea con fuerza, o se mueve, no se, el caso es que el movimiento es muy perceptible a la vista.

—¿Te duele? —otra mueca.

—Si. No tanto, pero lo hace, parece que tiene una fiesta adentro.

Me parece ver su sonrisa en la oscuridad.

—Es la primer niña Morgan —habla la cabo de un rato, dónde ella parece calmarse un poco.

No sé mucho de la familia Morgan, se que son una familia con demasiado poder, pero hasta ahí.

—¿En serio? —asiente, se levanta, apoyando la espalda en el cabecero de la cama, aunque a mí me mantiene en la misma posición—. Serán felices con ella, entonces.

—Quizá —se me acelera el corazón cuando me pega más a el y comienza a pasear los labios por mi cuello.

La respiración se me acelera de golpe y siento que mi interior comienza a calentarse.

—¿Que estás... Haciendo? —mi voz se corta.

—Voy a follarme a mi mujer —mierda.

Dejo que siga moviendo mi cuerpo a su antojo, sus labios se pasean por todo mi cuello y baja a mi pecho, el sonido de la tela crujir no me sorprende, pues sabía que la rompería. Me deja desnuda y a su merced.

One Shots ChrischelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora