Reescribiendo la historia | pt.5

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Christopher.

Un mes después.

Rachel corre en la caminadora electrica, jadeando por el esfuerzo. Reece la supervisa desde una esquina, anotando no se que.

—Estoy cansada —detiene la caminadora y se apoya a un lado—. No deja de moverse y yo ya no aguanto las piernas.

—Puedes tomar un descanso de quince minutos. Pero tienes que regresar. Ve a comer —Rachel asiente y Reece de levanta, es entonces cuando me mira—. No nos dijiste que venías, muñequito.

En segundos estoy viendo a Rachel avanzar a mi con una sonrisa en los labios. No le respondo a Reece, beso a Rachel una vez llega a mi. Sus cambios son notorios, aún no está sana al completo, necesita más. Pero lo está logrando.

Cuando la traje su sangre tenía un 70% de Hacoc aún, ayer recibí su llamada emocionada, pues en un mes redució a un 43%.

Así que aquí estoy.

—Toma el día libre, supongo que querrás pasar el resto de lo que queda con el muñequito —era más que obvio que no la iba a dejar ahora.

—Gracias, Reece —deja un beso en mis labios antes de moverse a la entrada del gimnasio—. Iré a darme una ducha rápida y regreso.

Se despide del médico y desaparece.

Bufo, aunque su deseo por ducharse era obvio.

—Rachel solo me dijo que el Hacoc disminuyo, ¿Cómo está la...?

—Está bien, lo está haciendo bien —asiento—. Se planteó su meta de tener, al menos, menos del 10% de Hacoc para el parto. Si en menos de un mes logró reducir poco más de la mitad de con lo que llegó, no dudo que lo logré. Aunque se sigue contemplando que se adelante.

—¿Sigue con las...?

—Si. De hecho, hace apenas media hora tuvo contracciones de Braxton Hicks. Hay que tenerle cuidado.

Suspiro.

»Ahora, me retiraré a la comodidad de el mar, cualquier cosa seguiré por aquí.

Asiento y se va, es entonces que voy a dónde se desapareció mi mujer. Paso por el cubo de pollo y avanzo hasta la habitación, dónde escucho la regadera.

Poco después, Rachel sale con unos shorts blancos y la parte superior de un bikini. El vientre redondo reluce con figurillas extrañas, pues hace dos días se puso hena en la piel y es obvio que no se van a borrar de la noche a la mañana.

Agradezco que se ponga la ropa que compramos hace unas semanas y no la ropa horrible que se ponía antes.

Viene a mi con una nueva sonrisa. Una donde los ojos azules resaltan por un nuevo brillo en los mismos.

Lo primero que hace es tomar el pollo. Reece no la deja comerlo tanto porque tiene una dieta que seguir. Así que solo los fines de semana en los que vengo es cuando lo come.

—Tú hija se trae una revolución en mi vientre —se queja, miro el mismo, dónde sobresale un bulto, bulto que supongo es su cabeza—. Me sorprende que no se me hayan hecho estrías por el estiramiento que provoca.

Rio entre dientes, antes de tomar su rostro para besarla de nuevo. No estoy saciado de ella, y dudo que algún día lo esté.

Le quitó el cubo y lo dejo a un lado mientras la llevo a la cama, mientras comienzo a deshacerme de las prendas estorbosas.

—Chris... Quería...

La callo con un beso, procedo a acomodar su cuerpo de forma que no resulte incómodo para ninguno y pronto estoy entrando en ella.

One Shots ChrischelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora