One Shots Chrischel

Reescribiendo la historia | pt.13

Rachel.

Siete meses pasan en un abrir y cerrar de ojos.

Christopher se ha mantenido sobre todos en la candidatura a ministro.

Hemos sufrido tres emboscadas en ese tiempo, la primera dos meses después de llegar, había ido con Olivia a comprarle ropa. La segunda, cinco meses después. Íbamos al comando con su padre. La última, hace una semana. Igual, íbamos a el comando.

Y detesto esto, porque mi hija llora, comienza a tener conciencia de que cosas malas están pasando y me duele, porque no debería saberlo... Es apenas una niña de tres años, por dios.

Ni siquiera se por que quieren joder a Christopher, si yo que sepa, no ha tocado nada de los Romanov.

Cada día me convenzo más de que hubiera estado mejor en otro lugar que aquí. Quizá no veríamos tanto a Christopher, pero al menos mi hija estaría segura.

Antoni está muerto, que es lo único bueno aquí. Se le dió pena de muerte después de mi testimonio. Ahora quién lidera la Pirámide es Phillipe Mascherano, aunque no lo hace bien.

Con siete meses ya ha perdido más de la mitad de el imperio que se encargaron de forjar con tanto celo y esmero. Y no me importa.

He sido la responsable de explotar los laboratorios y bóvedas de Hacoc. De terminar con la bóveda que resguardaba un nuevo veneno.

—¿Puedo dormir con ustedes? —miro a mi pequeña, que abraza a su muñeca de Jessie con fuerza, tiene los ojitos rojos y me duele verla así.

—Claro que si, amor, ven —me hago a un lado, Christopher bufa—, ¿Porque lloras? —murmuro, abrazándola con fuerza.

Eso hace a su padre fruncir el ceño y mirarla también.

Sus ojitos se vuelven a llenar de lágrimas.

—Me quieren matar, ¿Verdad? —mi cuerpo se tensa con rapidez—, no soy tonta... Y el señor de la playa fijo que me matarían primero que a...

—Lizzie, eso no va a pasar, ¿Queda claro?, A ti no te van a tocar ni un solo cabello, eres nuestra princesa y estamos aquí para cuidar que nada te pase...

—Pero entonces si me quieren matar —las lágrimas comienzan a desbordarse.

Christopher chasquea la lengua y la lleva a el.

—Quedamos en algo, Elizabeth, ¿No? —mi bebé sacude la cabeza.

—Ya no quiero quedar en nada. Lo que quiero...

—En está ocasión no va a aplicar lo que quieras —la corta.

—Vamonos de aquí —pide intentando no formar el puchero que de todas maneras sale—, no me gusta estar acá, vámonos... A dónde estábamos antes o a otro lugar, no me gusta aquí...

Volteó la cara para que no se vea el temblor de mi barbilla, mi hija no debería de estar viviendo esto, no debería.

Es apenas una niña, lo que debería preocuparla es no encontrar su vaquera Jessie, no esto.

—Quedate aquí con tu madre —le da un beso en la frente y sale de la cama.

Suspiro.

—¿Y tú a dónde vas? —lo sujeta antes de que avance a el vestidor.

—Tengo algo que resolver, regreso más tarde —se suelta.

No soy tonta. Se que se va a ir a encerrar a esas malditas jaulas. No puedo retenerlo, por mucho que quiera, no voy a hacerlo, yo fui quien lo acepto así, y el plan no es cambiarlo.