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ACTUALIZACIÓN 3/4

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ACTUALIZACIÓN 3/4

La vida en la mafia jamás era color de rosa.

El que entraba a una mafia debía tener claro el hecho de que, el traicionar, se pagaba con muerte. Nadie, jamás, que traicionara a su líder, iba a sobrevivir. El que alguien hiciera eso significaba que solo estaba buscando morir de la manera más lenta y dolorosa posible.

El morir rápido era un privilegio que no todos tenían.

Y, debido a eso, es que siempre se solían realizar pactos al entrar y los pactos siempre podían variar del tipo de mafia que fuera, de donde perteneciera y que tan letal pudiera ser.

En algunas tenían cosas que resultaban insignificantes y demasiado sencillas de realizar. En otras existían pruebas complicadas, en otras se debía dar algo a cambio y mucho más. Las jerarquías en cualquier lugar debían respetarse y en todos lugares existían. Siempre iba a haber un rey y los plebeyos que iban a estar a sus pies.

Slavik era de los que pedía algo a cambio. Si las personas le daban aquello, entonces podrían tener el mundo a sus pies. Aunque no eran cosas valiosas, cosas que él pudiera utilizar, se trataba de cosas un tanto sencillas de hacer y no todos dudaban en hacerlo porque lo veían como un Dios imparable.

Mantuvo sus manos en su bolsillo, observando a quien estaba en el suelo arrodillado.

Fue escuchando lo que iba diciendo. Todo era en ruso, así que fue asintiendo. Y, evidentemente, era una historia triste donde se ofrecía a ser lo que él quisiera a cambio de ganar dinero para ayudar a su familia.

No se veía un mal hombre, más bien su semblante solo transmitía paz y amabilidad, pero, cuando se pasaba hambre, frío y necesidades, la desesperación era mucho más poderosa. La desesperación provocaba que las personas realicen cualquier acto por sobrevivir.

Al escuchar que tenía dos hijos pequeños, le provocó casi lástima, aun así, le dio igual. Sonrió un poco, sentándose para seguirlo oyendo. Siempre le contaban tantas historias que daba por hecho en que todos competían por tener la historia más triste de la vida. Tragó saliva, observando al hombre que estaba llorando. Y su ropa, de cierta manera, le demostraba que hablaba en serio. Estaba sucia y hecha jirones.

Le daba a pensar de que acababa de salir de una pelea de perros.

No supo qué más le iba a contar, pero alguien le llevó un plato con galletas de vainilla. Le gustaba la vainilla, era un sabor y aroma que le parecía seductor.

Las fue comiendo con lentitud, asombrándose en algunos momentos al oír como su casa estaba llena de goteras, de que sus hijos no comían hace tres días y de que su esposa y él no comían hace una semana. Supuso que el relato que el hombre contaba a cualquier le iba a provocar dolor y tristeza. Eran cosas duras y que muchas personas pasaban cuando vivían en los barrios más precarios de cualquier país.

AMOR LETAL [OMEGAVERSE] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora