AMOR LETAL [OMEGAVERSE] ©

64.

ACTUALIZACIÓN 3/4

—Estoy observando todo. Tienen el camino libre por el momento —dijo Erkan mientras se mantenía en lo alto, encubierto, sosteniendo un rifle.

Era una de sus propias armas, así que sabía cómo manejarla a la perfección.

—Genial —dijo Prasko dando unos pasos —. Dispárale en la cabeza al imbécil que va a mi lado si puedes escucharme.

—Pero si yo estoy a tu lado —aclaró el Slavik.

—Por eso. Erkan, dispárale. Sé que tienes una precisión de los mil demonios y que podrás hacer que la bala pase justo en medio de sus ojos a las mil maravillas.

—No estoy para jueguitos. Sigan avanzando de una buena vez. Deben separarse en un par de metros.

Guardaron silencio para obedecer a esas palabras.

El plan estaba más que claro. Slavik confió en que, tanto Mika como Prasko, lo iban a seguir a la perfección. Por parte de Prasko estaba el poder tener bien a su Omega. Sabía que eso le impediría realizar movimientos incorrectos en el tablero porque iba a ser comido de inmediato.

Cuando cada uno se fue por su lado, ninguno se dio alguna mirada.

El albino siguió caminando entre las personas para entrar al bar. No miró a nadie y siguió avanzando hasta el final. Luego, cruzó la puerta para llegar a la parte trasera.

Sus pasos fueron lentos porque no tenía muchas ganas de darse prisa. Le daba la sensación de que estaba a punto de tener que hacer lo más aburrido de su vida.

No le gustaba ser carnada, solo le gustaba llegar, localizar lo que debía matar y, sin más, matarlo.

Ingresó con calma para llegar a otra sala más oscura. Tragó saliva y siguió caminando hasta que se detuvo en la mesa donde unas personas estaban jugando póker. No era un juego que le pareciera aburrido y apoyó su mano en el hombro de alguien.

—Uh, esas cartas se ven buenas. Deberías usarlas.

De inmediato, todos le dieron una breve mirada. El tipo se alejó con brusquedad, tomando su arma para solo dispararle, pero no. Fue un movimiento ridículo.

Slavik solo tomó su brazo, lo giró en un mal movimiento, le quitó el arma, le disparó en el rostro y a los demás que estaban sentados en la mesa. Los gritos se escucharon con potencia y, quienes estaban fuera, al oír los disparos, no tardaron en ingresar.

—Esto lo voy a preguntar una sola vez —advirtió teniendo el cañón del arma en la boca de un tipo—: ¿Dónde está Viktor?

Lo único que escuchó fueron balbuceos que le provocaron estrés y le disparó para tirarlo al suelo. Se giró al oír como alguien se acerca y, con rapidez, movió su rostro para esquivar el cuchillo.