AMOR LETAL [OMEGAVERSE] ©

52.

Otra dedicación, muchas gracias💖.

ACTUALIZACIÓN 2/2

Slavik contempló su rostro. 

Cuando estaba con otra persona se preocupaba de ellos, aunque todo se podía limitar a lo que era el inicio y luego dejaba de pensar en ellos por pensar en lo que su cuerpo quería.

Ahora fue diferente.

Examino cada expresión que veía en su rostro mientras lo iba tocando. Y estaba húmedo. Demasiado húmedo que tenía claro que su miembro iba a entrar sin problema alguno.

Pero no.

No era lo que quería hacer, al menos no aún.

—¿Te gusta? —preguntó y dejó un beso en su mejilla.

Mika no respondió, se limitó a asentir y no creyó que se pudiera sentir bien. Sus dedos entrando en su interior y sus labios besándolo fueron una combinación demasiado buena.

—Voy a introducir uno más.

No supo si eran dos o tres, pero al momento en que entraron, su cuerpo se estremeció. Se aferró más a su espalda y el aroma que seguía oliendo aumentaba las sensaciones. Ninguna era mala. Por primera vez, después de tantos años, estaba teniendo sensaciones y emociones que las podía categorizar como bonitas.

—Ah...

Slavik sonrió al oír eso, aunque no le hacía las cosas sencillas. Tenía algo que estaba impaciente por salir y poder disfrutar de un solo lugar.

—Vamos a hacerlo un poco más de esta forma, a menos que tú me digas que estás listo.

—¿Listo para qué? —preguntó abriendo sus ojos y sintiéndose casi desorientado.

—Para mi pene.

No respondió.

Le dio la idea de que podía estar listo para ir a matar al mismo presidente, aunque no para eso. Ni siquiera había tenido tiempo de verlo alguna vez, a excepción de cuando había mirado desde la puerta que Slavik salía de la ducha. Y sabía que era diferente porque se iba a enfrentar a algo que estaba despierto.

—Aaah —el gemido que se escapó de sus labios al sentir sus dedos de nuevo lo hizo cerrar los ojos.

No le dolía, era bueno. Tan bueno que le pareció que era un sueño.

—P-puedes ponerlo —murmuró.

—¿Seguro?

Asintió observando sus ojos que, de la nada, estaban dorados. Un dorado intenso que le provocó cierto nerviosismo.

—Sí —contestó con un tono más serio para demostrar que, ante un simple pene, jamás iba a experimentar cobardía.

Hasta que vio al Alfa alejarse.