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ACTUALIZACIÓN 1/2

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ACTUALIZACIÓN 1/2

Los silencios incómodos era algo que las personas categorizaban como horribles. Nadie iba a querer pasar por ello.

En definitiva, la incomodidad nadie la quería. Todos siempre intentaban evitarla a toda costa por los resultados que aquello pudiera provocar. El pasar de ir caminando feliz a caerse en la calle se podía categorizar como el momento más incómodo de toda la vida. El ir con comida y caerse era otro del que todos soñaban con jamás vivir. Incluso, el tener que hablar ante muchas personas.

La infinidad de eventos incómodos que se podían vivir eran muchos y se podían vivir más de uno sin mayores problemas.

Cuando aquello ocurría, los involucrados se esforzaban al máximo por olvidar aquello. El borrar ese instante de la vida y hacer como que jamás sucedió era lo más propicio para seguirse evitando las vergüenzas.

Un borrón y cuenta nueva.

Sin embargo, cuando esos momentos eran imposibles de olvidar, la incomodidad podía ser intacta por mucho tiempo y teniendo siempre las preguntas de: ¿por qué hice eso? ¿Por qué dije eso?

Y la vergüenza era una emoción más de muchas. Era algo natural. Todos podían sentir vergüenza por algo mínimo o por lo más estúpido: vergüenza a hablar, vergüenza a levantar la mano en la sala de clases, vergüenza a caminar por la calle.

Pero Mika sintió un tipo de vergüenza diferente. Nunca le había importado mostrar su cuerpo. Estaba acostumbrado a ello. Sus hermanos lo veían a diario y las personas con las cuales tenía que dormir también, a diferencia de ahora. La vergüenza que sintió por haber tenido que mostrarse frente a Slavik fue intensa.

Slavik no era como los demás. En su presencia, en sus ojos veía que no se acostaba con cualquiera. En sus camisas finas, en sus trajes costosos, en su andar con estilo lo demostraba.

Cerró sus ojos sintiendo el agua caer en su cuerpo y no se sintió tan sucio como en otras ocasiones.

Por primera vez, alguien no lo había tocado. Nadie le había hecho algo y supuso que era porque a Slavik le había provocado asco el tener que tocarlo y hacerle algo. Creyó en que realmente olía a prostituto.

Quiso quedarse ahí por mucho tiempo, solo disfrutando del agua helada y olvidándose de lo que había ocurrido.

Su cabeza fría y ligera de cualquier pensamiento o duda era lo mejor para evitar un dolor de cabeza indeseable. No quería dolores. Nada más deseó mantenerse firme. Había hecho lo que tenía que hacer para seguir sobreviviendo igual que a lo largo de los años. Era su trabajo. Era su vida. Era lo único que tenía para aferrarse a seguir viviendo y que todo valiera la pena.

Cuando notó su cuerpo demasiado frío, salió.

Se puso solo un buzo deportivo y una polera manga larga para salir. Era de noche y quería dar una vuelta y aprovechar de hacer algunas cosas.

AMOR LETAL [OMEGAVERSE] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora