AMOR LETAL [OMEGAVERSE] ©

72.

ACTUALIZACIÓN 1/2

Mika nunca había pasado su ciclo de calor con alguien.

Los recuerdos que tenía sobre esos momentos se limitaban a cuando su padre lo dejaba encerrado con llave hasta que todo se terminaba. No permitía que nadie se acerque, no dejaba que nadie entre. Solo él podía entrar para saber cómo estaba y para darle comida o agua.

En esos momentos, pensaba en que debía agradecerle. Si hubiera sido otra persona, jamás le habría importado que entrará alguien o incluso Viktor.

En esos días, ni siquiera tenía a Viktor en casa. Prasko se iba con él a otro lado porque sabía lo que su hijo podía hacer. De cierto modo, era uno de los motivos por los cuales no lo había matado tan lentamente. A pesar de que lo vendía y de que dejaba que otros abusen de él, en esos momentos donde estaba completamente vulnerable e indefenso, lo cuidaba.

Y Mika, aunque en esos momentos se perdía y no recordaba muy bien, entre nebulosas podía ver un rostro preocupado, el rostro que un padre normal debería tener.

Nunca entendió porque el hombre no lo tomaba y ya. Sus ideas y pensamientos eran tan retorcidos que jamás pudo entender el por qué de frenarse en una situación que, cualquier otro Alfa, iba aprovechar al máximo. Pero no. Se perdía en esos momentos, pero tenía claro que el hombre jamás lo había tocado.

Ahora era todo diferente.

No estaba encerrado y tampoco estaba solo.

Y experimentó sensaciones nuevas en su totalidad. Sabía que el cuerpo se volvía débil, que el calor dominaba cada parte de él, que no iba a tener la posibilidad de pensar con claridad ni formar ninguna oración coherente, no obstante, todo fue diferente.

El calor lo hizo sudar, volvió sus piernas débiles, pudo notar su trasero húmedo, su corazón latiendo con descontrol y el olor a vodka no supo como respirarlo. Eran tanto, con una potencia que no creyó que pudiera existir en algún tipo de feromona, de una manera que, sin más, lo hizo sentir ebrio.

No estaba acostumbrado a beber, pero el oler ese aroma fue como hacerlo. Como ir bebiendo una y otra y otra y otra copa de vodka puro y fuerte sin cesar.

Hasta ese momento, no supo en lo que se estaba metiendo, lo que había provocado o la bestia que había despertado.

Tragó saliva y abrió su boca para poder respirar. La mano en su cuello le volvió aquello complicado por ser un agarre con fuerza. Al abrir sus ojos, vio todo borroso y lo único nítido que pudo encontrar fue el color dorado de lo que estaba contra él.

No pudo hablar. La lengua entrando en su boca le hizo dar vueltas la cabeza. La manera en que acarició la suya le provocó cosquillas en el estómago y, el dolor por ser su labio mordido con fuerza, lo hizo soltar un quejido. Pudo sentir el sabor de la sangre mientras se seguían besando y no encontró alguna forma de seguir de pie.