CAPITULO 17

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NARRA NOA

Me muevo cómodamente, hacía mucho no me sentía tan cálida y tan cómoda... ¡mierda! Estoy en medio de mis dos her manos... desnuda...

Me cubro con una de las mantas y lo más rápido que puedo me coloco el hábito, medio torcido, pero el chiste es que me cubra el cuerpo.

Noa. — dice somnoliento Sai.

Hola. — digo y siento la cara arder al verlo y recordar lo que sucedió anoche.

<<Me masturbe con mis her manos. No es anormal... muchas personas se masturban en una misma habitación...>>

Hola. — digo fingiendo ignorancia.

—¿Dejo de llover? — Pregunta.

Eso creo. — digo.

Busco el reloj análogo para ver la hora... las nueve de la mañana ¿dormimos tanto?

Hacia mucho no dormía tan bien. — dice Ethan al despertar.

Buenos días, her manos. — dice y sonrió.

Nuestro viejo saludo...

Teníamos años de no dormir juntos. — dice Sai.

Se siente bien. — digo.

Extrañaba dormir con ellos, no puedes simplemente olvidar la costumbre y comodidad que provoca dormir acompañada de las personas que prácticamente te han acompañado toda la vida desde el vientre.

—¿regresamos? — pregunto.

—No quiero volver. — dice Sai tirándose de espaldas.

—madre se preocupará. — digo.

Regresemos cuando nos quedemos sin comida. — propone Ethan.

Padre nos buscara. — refunfuño.

Dudo que nos ubique en su propio bosque. — bufa Sai.

Somos expertos ocultándonos.

—La carpa no resistirá más de dos noches con la tormenta. — digo y justo caen varias gotas de lluvia.

Olvide que dijeron que abría una tormenta que duraría cuatro días.

—Creo que tengo ropa en la cueva. — dice Ethan.

—¿cueva? — pregunto.

Recuerdas la cueva que descubrimos a los doce años. — dice sentándose.

Aproximadamente a unos treinta minutos caminando al norte, hay una pequeña montaña que casi en la cima tiene una cueva, al ser parte de la extensión territorial del castillo parece que nadie la había ubicado y nosotros tuvimos la grandiosa idea de no decirle a nuestro padre.

—Seguramente ya desapareció. — digo.

Podemos intentar. — dice Sai.

—No, es muy arriesgado, con la tormenta puede derrumbarse. — digo.

—No, le dimos mantenimiento antes de irnos. — dice Ethan.

—¡Fueron a la cueva sin mí! — gruño.

Querías ser monja. — dice Sai alzando los hombros.

No digo nada, solo me acuesto viendo la carpa. — ya no funciona la lámpara. — digo viéndola.

HARAM (ELLOS Y YO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora