CAPITULO 42

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NARRA DAMIEN.

Miro al tipo que tiembla en la silla, jalo otra silla similar y me siento frente a él.

Si gritas o dices cosas innecesarias, te matare. — amenazo y le quito la mordaza.

No dice nada y se queda en silencio sabiamente.

Hace cuatro años con cinco meses, recibiste a unos pacientes. — digo y le muestro fotografías de mis hijos en ese entonces.

—Sí o no. — pregunto y tiembla al ver las fotografías.

Si. — habla y noto que se meo los pantalones.

Que patético.

—¿Cómo se llama la chica? — digo mostrando a Noa.

Lucero Rovanov. — habla rápido.

—¿Quiénes la acompañaban? — pregunto.

—Los hombres de la foto. — dice temblando.

—¿Quiénes eran? — pregunto.

Sus her manos, dijeron que eran sus her manos. — se vuelve a mear.

—¿Qué consulta realizaron? — pregunto.

Colitis. — dice temblando. — llegaron por una colitis. — repite.

Parece que lo intimidaron lo suficiente para que no hable.

—¿Qué cargo ocupabas? — pregunto.

—Médico general. — está mintiendo.

—¿Qué hace un ginecólogo? Fingiendo ser un médico general que dice haber atendido una colitis. — digo poniéndome de pie.

Señor, no sé nada, por favor déjeme ir, tengo familia. — tiembla y suplica.

Saco mi arma de la cintura y le disparo justo en medio de los ojos. ¡odio a los mentirosos!

Sergei, desastre del cuerpo y tráeme el expediente de Lucero Rovanov. — ordeno al salir del sitio.

<<¡maldición!>>

Casi se me sale el alma del cuerpo al ver a Ethel de pie al frente de la bodega con los brazos cruzados observándome con cara de querer matarme.

Esposa, ¿Qué haces aquí? — digo acercándome rápido a ella.

Le hago señas a Sergei que elimine toda la evidencia.

Tienes un segundo para explicarme ¿Quién es Lucero Rovanov y que haces buscándola desde hace cuatro años? — gruñe furiosa.

Amor, preciosa, mis hombres nos están viendo. — susurro bajito. — hablamos en la casa. — digo agarrándola del brazo y me empuja.

Saca su arma y me apunta a la cabeza. — ¡estas siendo infiel DAMIEN DURTSCHI! — grita y le quita el seguro al arma.

—¡NOOO! ¡JAMAS! ¡LO JURO POR MI VIDA! — digo rápido antes de que me dispare. — ¡tengo una razón! — digo y dispara a mis pies.

La próxima va a la cabeza, piensa bien tu siguiente frase. — amenaza.

Debí suponer que ya sabría que algo le he ocultado. Eso de que saldría de viaje de negocios era muy obvio.

Tiene que ver con ellos. — digo y alza una ceja.

Usaras a tus hijos. — gruñe.

HARAM (ELLOS Y YO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora