CAPITULO 45

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NARRA DAMIEN

Damien, compórtate. — regaña Tassia.

La miro con desprecio. ¡cómo quiere que me comporte! Es de mi hija de quien hablaremos.

Ya llego. — informa Kesar al ingresar.

Miro a Ethel bajar por las escaleras vestida de manera pulcra y elegante. Me pongo de pie y la espero al pie de las escaleras. Le doy un beso sobre la mano. — te ves hermosa. — digo babeando por su escote.

compórtate. — regaña.

Ruedo los ojos mientras le doy mi brazo mientras avanzamos a la sala donde atenderemos al maldito sujeto de prueba.

El señor Greco se encuentra en la entrada. — informa uno de los mayordomos.

Tassia y Kesar se marchan en silencio por otra puerta.

Que pase. — ordena mi esposa.

<<¡Qui pashe! ¡porque no lo manda fusilar!>>

—Buenos días señores Durtschi. — saluda haciendo una reverencia.

Bienvenido, toma asiento. — dice Ethel.

—¿Cómo han estado? — dice serio.

No entiendo porque sus rodeos.

—Bien, ¿Qué te trae hoy a nuestra casa? — le pregunta mi esposa.

Supongo que los rodeos no funcionan. — murmura.

Que falta de respeto, murmurar en mi presencia. — Quiero pedir formalmente la mano de su hija. — dice serio.

¿Quieres que le ampute una mano a mi hija? — digo sarcástico. Siento el codo de Ethel estrellarse contra mis costillas casi al instante.

No señor. — dice rápido. — me refiero a pedir su permiso para comprometerme con ella. — habla serio.

—Llevamos conociéndonos algunos años, en el transcurso del tiempo surgieron sentimientos de amor mutuo entre nosotros, hecho que nos llevó a iniciar una relación como novios recientemente, conversamos y ella está de acuerdo con lo que vine a pedir hoy ante ustedes. — dice de forma respetuosa.

Muy respetuosa, más de lo que me agrada.

—Si bien es cierto, es su preciada hija...

Tienes razón, es mi preciada hija y no eres digno, ya puedes irte. — lo interrumpo.

Otro codazo de mi esposa a mis costillas.

—Pueda que no sea digno, sin embargo, mejorare y seré más que digno. — no se deja.

Mi hija no está para tipos en proceso. — bufo.

—Mis conocimientos y mi posición le aseguran una vida digna, tengo los recursos y el poder para darle una vida igual o mejor a la que le han brindado. — por lo menos utiliza los testículos.

—Nuestra hija no necesita nada, ya lo tiene todo. — sentencio.

No me tiene a mí. — refuta.

—¡jajajajaja! — no puedo evitar la carcajada.

Señor con todo el respeto que merece, disculpe el atrevimiento, ambos sabemos que si alguien es digno de desposar a su hija soy yo, no solo por mis recursos, soy un hombre que podría protegerla, brindarle la vida que ella merece, ¿acaso no es lo que desea para su hija? Una vida tranquila en donde ella pueda tener una vida normal. — argumenta. — conmigo estará a salvo, tengo hombres, recursos y poder, sin mencionar que nuestro matrimonio haría de la organización de ambos la más fuerte de la historia a nivel mundial.

HARAM (ELLOS Y YO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora