CAPITULO 1

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NARRA NOA

—Buenos días, Dios.

Parpadeo varias veces para aclarar mi visión, visualizo la habitación contemporánea que utilizo, la roca rustica y la puerta de madera antigua, la habitación no es más grande que el baño de mi habitación en el castillo de mi padre.

Después de una ducha rápida, me visto con mi habito de novicia, de color blanco, ato perfectamente mi cabello rojo en una trenza, me coloco el velo, el rosario de diamantes obsequio de mi padre, lo oculto perfectamente debajo de la blusa.

<<No me apetece escuchar un nuevo sermón de la madre superiora, del porque una novicia no puede tener apegos materiales.>>

Sin una gota de maquillaje, calzo pies con unos zapatos muy feos para mi gusto. ¡mierda! Llego tarde.

Salgo corriendo de la habitación directo a la capilla principal donde como de costumbre todos los días se rezan las oraciones matutinas.

Durtschi, de nuevo tarde. — regaña la madre superiora.

—Lo lamento. — digo y paso a mi lugar asignado.

Se escuchan las campanas de la parroquia anunciando que la oración iniciara. En mi mano sujeto mi rosario de madera igual al que todas portan, todas se encuentran postradas frente al altar mientras yo me encuentro de pie detrás de todas.

<<Mi padre me tiene prohibido inclinarme, así sea ante el mismo cristo.>>

Teniendo un padre como el mío, agradezco me dejase ser monja. Después de media hora de oraciones mi estómago ruge hambriento. Terminamos y juntas nos dirigimos al salón donde solemos merendar.

No entiendo como la madre superiora no te castiga. — me dice Dulce.

Otra novicia y mi compañera de habitación.

—Lo hace en privado. — miento.

¡ay diosito seré la peor monja de la historia!

Por cierto, feliz cumpleaños. — dice y me abraza.

Intento lo mejor que puedo aguantar más de cinco segundos su abrazo.

Gracias. — digo alejándome.

—ahora estas cumpliendo veinte. — dice alegre.

El tiempo pasa rápido. — digo melancólica.

Hace cinco años no los miro a ellos, la última vez que nos vimos me odiaban por decidir convertirme en monja. ¡cierto! Olvidaba ese pequeño detalle, tengo dos hermanos adoptivos de la misma edad, no estamos relacionados por sangre.

**guiño guiño

Te enteraste que hoy llega el nuevo sacerdote. — me susurra Dulce.

No sabía. — digo restándole importancia.

Dicen que es joven. — noto que hay más de una prestando atención a nuestra conversación.

No sé qué tiene en la cabeza la madre superiora. — bufo.

Mira que aceptar un sacerdote joven en un convento repleto de novicias, no suena para nada prudente.

—Noa, ¿no iras con tu familia? — pregunta Milagros... otra novicia.

No, hasta las vacaciones. — digo dándole un bocado a mis alimentos.

Qué triste. — dice viéndome.

No entiendo que haces aquí, siendo la hija de Damien Durtschi. — gruñe Melina.

HARAM (ELLOS Y YO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora