CAPITULO 72

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NARRA MAXIMO

Día de la gala

La cabeza parece que me estallara. Giro sobre mi costado y me encuentro con una mujer desnuda a mi lado, su cabellera larga se enreda en mi brazo, se mueve incomoda y se pega a mi pecho.

—Mmmh... Max. — murmura besando mi pecho.

<<¡Máximo! ¿Qué fue lo que hiciste?>>

Buongiorno amore. — digo.

Esta será mi realidad a partir de hoy, se oficializa el compromiso, lo único que me queda es rendirme.

<<Noa ha quedado en mi pasado, ella ahora es solo mi enemiga, la mujer a la que odio.>>

Buongiorno. — sonríe y le beso los labios.

Se levanta de un brinco y mira el reloj. — ¡se me hace tarde! — grita y se baja de la cama. — el estilista seguramente ya me espera. — se viste a la velocidad de la luz.

Está por salir corriendo de la habitación cuando se detiene. Regresa a mi lado y se sienta a la orilla de la cama, me acomodo sentándome pegado a la cabecera de la cama, agarra mi mano.

Máximo, sé que en el pasado no funcionamos porque deseabas ser sacerdote, todo ese tiempo estuve esperando por ti con la esperanza que cambiarias de opinión. — dice seria. — sé que no fui la causa de tu renuncia al sacerdocio, pero permíteme ser quien te muestre que es el amor de verdad. — pide. — eliminare el rastro de esa mujer. — frunce el ceño. — es cierto que es un matrimonio arreglado, hagamos esto bien, no tiene que ser malo, sé que no me amas, esperare paciente a que en el futuro me ames, te daré una familia feliz. — ofrece.

Lucero siempre fue así, éramos amigos de la infancia, en mi adolescencia no me sentí atraído por ella porque quería ser sacerdote, ella siempre profano un amor puro hacia mí, y a pesar de haberla dejado a un lado siempre ha estado esperando por mí incondicionalmente.

—Permíteme salvarte. — dice acariciando mi mejilla.

Non potrò amarti Lucero. — digo sincero. — no mereces condenarte a un matrimonio sin amor. — ella niega con la cabeza.

—Eso dices ahora, solo es cuestión de tiempo. — dice con esperanza.

Como le explico que estoy quemado por dentro, que lo único que puedo sentir es desprecio y asco cada que me acaricia, que tenerla cerca es una tortura incluso ahora.

Lo de ayer solo fue a causa de la borrachera, no volveré a tocarte, si me caso contigo no es por amor, ni para que me salves. — digo viendo sus ojos levemente empañados. — mi padre quiere un nieto, haremos lo necesario para dárselo, estaré contigo una vez al mes, vivirás en una mansión aparte. — digo severo.

Max. — comenta.

No me vuelvas a llamar de ese modo si no quieres que ponga una bala en medio de tus ojos. — amenazo.

—Máximo, tú no eres esto. — gruñe poniéndose de pie. — No eres este hombre cruel y sin sentimientos en el que planeas convertirte. — recrimina.

Es lo que soy y siempre he sido. — digo severo. — si no te gusta puedes irte. — señalo la puerta.

—No cierres tu corazón por culpa de esa mujer, no todas somos iguales. — gruñe.

Doy dos duras palmadas e ingresa el mayordomo. — Sácala de aquí. — ordeno.

—¡Máximo! No puedes tratarme así. — grita mientras la sacan.

HARAM (ELLOS Y YO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora