CAPITULO 69

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NARRA ETHAN

Miro a la mujer que camina sujetando el brazo de mi padre... un enorme vestido, me gusta es color negro. Rosas negras y por una extraña razón, aunque sé que no es ella el corazón me palpita fuerte, siento náuseas y el estómago revuelto.

Siento que las rodillas me tiemblan y el corazón me palpita en la garganta.

NARRA SAI

Conforme se acercan, el corazón se me acelera más, miro a mi hermano a la par mía, las piernas me tiemblan, el estómago me da un vuelco al tener a mi padre a un paso de mí.

Agarra la mano de la mujer y nos mira fijamente.

—Que les quede claro que si llego a ver una sola lagrima tocas su mejilla. — amenaza. — los arrastrare al infierno. — sentencia.

Siento el corazón palpitar muy fuerte y el oxígeno detener su circulación en mis pulmones. Gira y con ambas manos levanta el velo que cubre el rostro...

Casi siento que caigo de rodillas al ver su precioso rostro con una sonrisa angelical observándonos.

Les entrego a mi hija, hoy dejan de ser mis hijos, para ser mis yernos. — habla fuerte y claro.

Gracias padre. — digo al mismo tiempo que Ethan.

Inclinamos la cabeza en señal de respeto. — gracias. — digo con un nudo en la garganta y con ardor en los ojos. — gracias. — digo y beso su mano.

Son mis amados hijos. — dice provocando miles de recuerdos en la memoria.

A eso se refería con que si no recordábamos lo que dijo aquel día... somos los hijos de Damien y Ethel, no hay nada en el mundo que no podamos.

NARRA ETHEL

Etai sujetan las manos de Noa, mientras Damien camina a sentarse a mi lado.

—¿Por qué no me dijiste? — digo con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos.

—Arruinaría la sorpresa. — dice y me da un beso en los labios. — no llores, sabes que odio que llores. — gruñe bajito.

—Es tu culpa. — me quejo.

NARRA MAXIMO

Italia

Al mismo tiempo.

La luz me enceguece los ojos, camino fuera de la mansión, el sol del medio día es demasiado fuerte, beber durante toda una semana es un fastidio al día siguiente.

Camino tropezándome con los sofás en la terraza, la alberca grita que me tire dentro de ella, una sirvienta me trae un vaso de algo, lo bebo y sabe horrible.

—Señor, alguien lo busca. — habla uno de mis hombres.

—No estoy para nadie. — gruño colchándome los lentes de sol.

—Dice que es de suma urgencia, viene de Rusia. — informa.

—Que pase. — digo rápido.

¿y si le paso algo a Noa? ¡no maldita sea! Máximo, ¡tienes que odiarla! ¡jugo conmigo!

Después de unos minutos el mayordomo regresa acompañado de una mujer... solo miro los pies.

¡Noa! Me exalto y me quito los lentes. Que decepción.

—¿Qué quieres? — gruño viendo para otro lado.

HARAM (ELLOS Y YO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora