CAPITULO 27

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NARRA NOA

Dos días después.

Miro a Máximo ingresar al castillo vistiendo de particular, de nuevo no trae la vestimenta de sacerdote.

—Hola. — saludo.

Noa debes gustar de él, debes enamorarte de él.

Hola. — dice dándome un beso sobre la mano.

Si las miradas mataran, ya estaría en una mejor vida. — bufa viendo a mi padre y her manos en los ventanales.

—¿Qué haces aquí? — pregunto.

—Tenemos una cita pendiente, ¿lo olvidas? — me agarra de la mano y no lo alejo.

Debo ser de él, es mi salida, tengo que enamorarme de Máximo.

—¿A dónde iremos? — digo con una sonrisa.

Abre mucho los ojos. — creí que me rechazarías. — bufa.

—¿Quieres que lo haga? — digo alzando una ceja.

No, por favor. — dice caminando a su auto.

—Te llevare a un sitio de comida oriental, te apuesto que te gustara. — dice alegre.

No he podido dejar de pensar en ellos, los últimos dos días. Antes que pueda subir al auto alguien tira duro de mi mano alejándome de Máximo.

—Noa, tenemos un asunto urgente. — habla Sai frente a los dos.

Miro que Ethan fue quien me jalo. — quede con Máximo, ¿puede esperar? — digo seria.

No, no puede esperar. — gruñe Ethan. — Máximo, tendrá que ser en otra ocasión. — le dice arrastrándome con él.

—¡Ethan! — gruño intentando que me libere mientras miro a Máximo quedarse viendo como me alejan de él.

—¡qué les pasa! — grito cuando me liberan en el medio del bosque. — ¿Qué creen que hacen? — les grito.

—¿Por qué te ibas con él? ¡a donde te llevaba! — gruñe Sai.

—¡que les importa! — le grito.

—¿Qué iban hacer juntos? — gruñe Ethan estrangulándome con una mano.

—Ethan, me lastimas. — chillo mientras me estrangula contra un árbol y su mano.

—¿Por qué? ¿no te somos suficientes? — gruñe viéndome con odio.

Puedo palpar sus celos, su necesidad de dominarme.

—¿Suficientes? — gruño. — ¡son mis her manos adoptivos! ¡lo que hicimos está mal! — gimoteo intentando que me libere.

—¿Mal? ¿ahora es que está mal? ¿es por él? — gruñe Ethan apretando mi cuello.

Se acerca y en contra de mi voluntad me hace besarlo, lucho unos segundos para luego perderme en su beso, relaja su mano en mi cuello, me agarra de la cintura y me pega a su cuerpo.

Eres nuestra Noa, tienes prohibido acercarte a otro hombre. — gruñe mordiendo duro mi labio.

—¡no tienen derecho! — gruño y le doy un pisotón en el pie.

—Lo tenemos. — sentencia Sai con voz grave.

—¡Ya les di lo que querían! ¿Por qué no me dejan en paz? — gruño arrepintiéndome en el mismo acto de mis palabras.

HARAM (ELLOS Y YO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora