happier than ever (59)

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—Bueno eso explicaría a lujo de detalle tus cambios de humor, el dolor de estómago que tenías en la mañana y lo sensible y distraída que estás últimamente.

—Exacto, y lo mucho que haz estado durmiendo estos días es otra razón para dudar...

—¿Cuánto tiempo llevas así?

—Con los ascos como una semana, el que me puede decir lo de los cambios de humor eres tú.

—Si, como una semana también...

—¿Ves? Ya debería ser razón suficiente para dudar, ¿no crees?

—¿Quieres que vayamos a comprar una prueba?

Asentí.

—Estamos a tiempo de encontrar una farmacia abierta todavía.

—Vamos, entonces... ¿Ya estás bien? ¿Ya no tienes náuseas?

Negué con la cabeza.

—Creo que ya no... por ahora.

Suspiré para estar cien por ciento segura. Cuando lo estuve tomé las llaves de mi auto y salí de la habitación, con Charles detrás de mí.

—¿A dónde van?— nos pregunta mi mamá.

—A la farmacia.

—¿No van a comer?

—No tardamos...

—¿Todo bien?— articula Grace en español.

Asentí.

Como ninguna de las otras cuatro personas que están aquí saben ese idioma siempre es una buena escapatoria. Es lo que solíamos hacer antes de irme a vivir a Maranello.

—Una prueba de embarazo.— articulé, también en español... haciéndola dejar todo lo que estaba haciendo para asimilar que entendió bien.

Una vez dicho eso, le entregué las llaves y sacó el auto lo más rápido que pudo. Las farmacias aquí cierran relativamente temprano.

Pero por suerte para ambos, encontramos una abierta no muy lejos de la casa. Bajé a comprarla y en menos tiempo del que esperábamos ya estábamos de regreso.

—¿Ya quieres saber o te la quieres hacer de una vez y la vemos cuando terminemos de comer, princesa?— asentí —Ten...— dice entregándome la cajita.

Me dirijo hacia mi recámara aún con la caja en la mano y Charles decide seguirme también... verdaderamente esta noticia puede cambiar nuestras vidas por completo. Y de un momento a otro.

Y si llegase a ser positiva...

—Todavía siento la mirada de Grace.— dice graciosamente —Algo sabe.

—Esa niña sabe hasta lo que no... pero si.

—Estoy nervioso...— admite.

—Yo también. No todos los días te enteras de que probablemente vas a ser mamá de tu primer bebé con el amor de tu vida.

—¿Soy el amor de tu vida, mon amour?

—¿En serio me estás preguntando eso?

Rió.

Destinados a ser / Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora