XI

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❝ And I don't care
if I'm
forgiven ❞

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HyunJin se arrastró pesadamente por las escaleras de la tribuna.

Quería confiar en lo que su amigo le había afirmado —aunque no sabía si ese vagabundo realmente era un Grimm—. ¿No era demasiado arriesgado? ¿Eran los cuentos más importantes que las personas? Solo para los príncipes azules, para las princesas con sus castillos, con un final asegurado nadie se quejaría de lo que sucede en su cuento, nada era suficiente para un villano cómo él, para caminar tan lento dudando de sus pasos, y con un corazón roto, cualquiera podría sucumbir a su página, a sus poderes, a lo que no quería ser y a lo que le aterraba gustarle.

HyunJin sacudió la cabeza con un ceño fruncido. ¿Qué tipo de vida era una vida sin capacidad de elección? Imaginó a su propia madre subiendo por el altar años atrás, probablemente empujando a la gente en su momento con una risita, unas uñas afiladas y un largo vestido que se arrastraría. No creía que hubiera duda en el rostro de su madre, ella hubiera arrancado la pluma y forzado el candado del libro para obtener la forma final de sus poderes, para comenzar su plan malvado, diluida por la envidia de no ser la más bella.

Así que, cuando se había salido del guión y había intentado apoderarse de otros cuentos, la magia que la ligaba al libro debería haberla detenido pero... no lo hizo. ¿Entonces sería lo mismo que a él? Una fuerza extraña lo controlaría hasta que el más mínimo descuido lo hiciera acompañar a su madre en el mundo a través del espejo, sin el reflejo en su rostro, ni la luz del sol, ni nadie más para soportarlo.

HyunJin miró al Director Grimm, que estaba sentado en la primera fila con los brazos cruzados, complacido de su absoluto control sobre la situación, incluso, con la mirada afilada hacia HyunJin, porque sabía sus ideales peligrosos. Jeongin seguía saludando a la audiencia entre los indecorosos gritos de alumnos enamorados, aún estaba de pie restregando su final feliz, incluso si sabía que el siguiente a él tendría que firmar una condena, cómo si fueran completamente desconocidos, ya no había nada que Jeongin pudiera utilizar de él. ¿Eso era todo, verdad? El último tramo de escaleras fue el más doloroso, sin pensar que sería y quien no sería, si tenía que despedirse de Minho para siempre o lo condenaría aún peor a una locura en el Pais de las Maravillas, apretó sus manos en la tela, sudando.

—Sé que no quieres hablarme, pero estoy tan orgulloso de ti... —Jeongin le susurró, estrechando su mano, antes de abandonar la tribuna—. Eso es todo para nosotros.

HyunJin suspiró y subió a la tribuna, no había nada de "nosotros" en ese momento. Los gritos se acallaron cómo si alguien hubiera apagado un interruptor, y fue mucho más relajante escuchar el silencio que su algarabía, HyunJin estaba aterrado qué la pesadilla qué lo había atormentado desde inicio de año se volviera realidad, los mismos pasos, las mismas personas, todo era igual. Miraba sus manos para confirmar que no era un mal sueño, pero nunca se sintió tan observado, tragando saliva.

Erase una vez || HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora